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EDITORIAL

Otra fuga en las narices del Gobierno: ¿incompetencia o connivencia?

La gigantesca incompetencia de la 'intocable' Soraya Sáenz de Santamaría alcanza cuotas inimaginables en un país medianamente normal.

La gigantesca incompetencia de la 'intocable' Soraya Sáenz de Santamaría alcanza cuotas inimaginables en un país medianamente normal.
Santamaría y Rajoy. | EFE

Del "lucharemos hasta el final" que blandía entre sollozos ante la prensa en noviembre de 2017 al ahí os quedáis que yo me fugo a Suiza de este viernes. Marta Rovira, secretaria general de ERC y madre de la utópica "república catalana", es la última golpista que toma las de Villadiego para evitar la cárcel, junto a sus compinches ya fugados Carles Puigdemont, Anna Gabriel, Clara Ponsatí, Meritxell Serret, Lluís Puig y Toni Comín.

La esperpéntica fuga que ha protagonizado Rovira demuestra, en primer lugar, su profunda cobardía a la hora de no querer afrontar las consecuencias de sus irresponsables e ilegales actos contra el Estado de Derecho y la Constitución. La misma que gritaba en las calles "No tenemos miedo", bajo la confianza de que la Justicia nunca actuaría contra el golpe de estado separatista, emprendió su huida de madrugada, dejando como legado una carta de justificación que ha sonado a traición entre los que este viernes han entrado en prisión, pero que, en realidad, constituye la esencia del gran engaño secesionista.

Los nacionalistas catalanes, desde los Pujol hasta los Puigdemont, han alimentado durante décadas esa retrógrada y liberticida ideología supremacista entre la población con el único fin de mantenerse en el poder a toda costa para seguir ejerciendo el clientelismo y la corrupción institucional. Pero a la hora de la verdad, y después de haber fracturado Cataluña por la mitad, causando de paso un daño irreparable a su economía, los artífices de la mayor amenaza que ha sufrido la democracia española emprenden la huida en nombre de los catalanes para salvarse, única y exclusivamente, ellos mismos. Además de cobardes, son una panda de viles e hipócritas.

Dicho lo cual, resulta incomprensible que el Gobierno, y más concretamente el CNI que dirige Soraya Sáenz de Santamaría, sabiendo el evidente riesgo de fuga que existía por parte de los encausados, tras los precedentes de Puigdemont, Gabriel y compañía, no hiciera absolutamente nada para evitar semejante vergüenza. Una de dos. O bien la incompetencia de la vicepresidenta es muy superior a la que muchos ya atisbaban desde hace tiempo o bien los separatistas cuentan con la favorable connivencia del Ejecutivo, lo cual sería mucho más grave. Es inaceptable que nadie en el seno del Gobierno haya movido un dedo para evitar dichas fugas. En cualquier otro país europeo, este bochornoso episodio se cobraría, sin duda, la cabeza de uno o varios responsables políticos. La intocable Soraya, sin embargo, artífice, además, de la desastrosa "operación diálogo" con la Generalidad de Cataluña, sigue tan tranquila en su puesto, sin que nadie siquiera la señale. ¿Se imaginan algo así en EEUU? La prensa estaría triturando a la responsable de los servicios de inteligencia ante semejante ridículo y muestra de incompetencia, en el mejor de los casos. Pero en España, en la prensa que maneja con mano de hierro, Soraya es intocable.

El pasivo papel que desempeñó el Gobierno de Mariano Rajoy durante los meses previos al referéndum del 1 de octubre, la tardanza y debilidad con la que, finalmente, se decidió a activar el artículo 155 de la Constitución, previo requerimiento del Rey, y el repentino cambio de criterio que ha protagonizado la Fiscalía General del Estado para intentar propiciar la salida de la cárcel del exconsejero de Interior Joaquim Forn son señales nada halagüeñas.

De hecho, si Turull, Rull, Forcadell, Bassa y Romeva, junto al resto de procesados por rebelión, duermen hoy en prisión no es gracias, precisamente, a la actuación del Gobierno, ni tampoco de iniciativas de Ciudadanos ni mucho menos del PSOE, sino al buen hacer del juez Llarena, que ha desoído fortísimas presiones del Gobierno para dejar en libertad a los golpistas y, sobre todo, a la iniciativa que, en su día, puso en marcha VOX, en su papel de acusación popular, contra la cúpula secesionista que orquestó y lideró el golpe. Es justo reconocer el enorme mérito del partido que lidera Santiago Abascal, especialmente ahora que otros que no han hecho nada querrán apropiarse de este éxito.

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