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EDITORIAL

Otra vez las cloacas

Lo peor es que cabe pensar que, tantos años después del 11-M, Rajoy y los suyos van a seguir sin aprender la lección.

De nuevo, el Partido Popular no ha aprovechado sus años de gobierno para limpiar las cloacas del Ministerio del Interior. Es el mayor debe en la mediocre gestión de un Fernández Díaz que si ha demostrado algo es que nunca debió acceder a un cargo para el que es evidente que le falta altura política, cuando no intelectual.

Más allá del contenido de unas grabaciones que con toda probabilidad se han obtenido de una forma delictiva y que aún no se conocen en su integridad, el hecho mismo de que se produjeran deja al ministro en una situación muy comprometida. No hay que olvidar, no obstante, que Fernández Díaz ya ha tenido inmejorables ocasiones para dimitir; por ejemplo por el caso Bolinaga, donde no sólo se dijo una auténtica catarata de mentiras sobre el verdadero estado de salud del terrorista, sino que la excarcelación del execrable criminal se impulsó desde las mismísimas Instituciones Penitenciarias.

Probablemente lo que más ocupe al próximo titular de la cartera sea el ministerio completamente descontrolado y dividido que dejará este gran amigo de Rajoy, lo que ha posibilitado situaciones tan vergonzosas como inauditas; por ejemplo, una repugnante guerra sucia entre distintas facciones de las cloacas y distintos comisarios. Este mismo miércoles, sin ir más lejos, ha salido a la luz la imputación del sórdidamente célebre comisario Villarejo por, presuntamente, realizar grabaciones ilegales a jueces, agentes del CNI y miembros de la Policía.

De nuevo la inacción, la incapacidad y la falta de voluntad política del Gobierno le estallan en la cara en el peor momento: a cuatro días de unas elecciones cruciales de las que depende no sólo el futuro del PP, también el de toda España.

Lo peor es que cabe pensar que, tantos años después del 11-M, Rajoy y los suyos van a seguir sin aprender la lección.

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