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EDITORIAL

Pactar con Iglesias, la ruina de España y el fin del PSOE

Pablo Iglesias ha demostrado, una vez más, que su única meta en política ha sido -y sigue siendo- llegar al poder a cualquier precio, ya sea "por asalto", engaño o simple filibusterismo, con el fin de liderar su ansiada transición bolivariana en España. Y prueba de ello es el órdago que le acaba de lanzar este viernes al líder del PSOE, Pedro Sánchez, tras marcarle no una ni dos sino varias "líneas rojas" para poder lograr el manido "gobierno del cambio".

La propuesta lanzada por Podemos incluye, ni más ni menos, que la Vicepresidencia del Gobierno para Iglesias, varias carteras ministeriales clave, como es el caso de Economía, Defensa, Interior e incluso el control de TVE, entre otros Ministerios y organismos, además de la aplicación de un detallado programa económico y social, cuyos ejes han sido dictados por el partido morado. Así pues, la intención de Iglesias es que Sánchez le entregue los principales resortes del poder a cambio de ser investido presidente. Y todo ello, exhibiendo un absoluto desdén y un desprecio aún mayor hacia el secretario general de los socialistas, hasta el punto de caer en el insulto.

La mera actitud mostrada por Iglesias durante su comparecencia debería ser razón suficiente para cerrarle la puerta de la negociación de par en par y romper todos y cada uno de los pactos de gobierno acordados entre PSOE y Podemos tras las pasadas elecciones autonómicas y locales, reconociendo así que el radicalismo no tiene cabida en el juego democrático, ya que su naturaleza es la negación misma de la libertad y los derechos fundamentales que establece la Constitución.

Sin embargo, más allá de esta evidencia, existen dos poderosas razones para que el PSOE ni se plantee si quiera el diálogo con Iglesias y sus acólitos, ahora que Mariano Rajoy ha renunciado a la primera votación de investidura. En primer lugar, la defensa del interés general, que no es otro que el del conjunto de los españoles. Un gobierno de coalición entre PSOE y Podemos garantizaría una nueva crisis económica en España. Las bases de la recuperación siguen siendo muy endebles, ya que todavía no se han corregido los graves desequilibrios estructurales que sufre el país, como demuestra la tasa de paro, el insostenible déficit público o la elevada deuda externa.

La derogación de la reforma laboral y su sustitución por la nefasta rigidez previa, artífice de la mayor destrucción de puestos de trabajo de la historia de España, unida a las nuevas subida de impuestos, el sustancial incremento del gasto público o el ambiente de grave inseguridad jurídica que, en todo caso, transmitiría el pacto con Podemos, constituyen el caldo de cultivo idóneo para frenar en seco el crecimiento, activar una nueva fuga de capitales y acabar generando otra crisis de confianza, con los terribles efectos conocidos que todo ello supone.

Pero es que, además, la coalición con Podemos sería también la tumba política del PSOE a corto y medio plazo, tal y como vienen advirtiendo desde hace mucho tiempo destacados barones y antiguos líderes socialistas. La única salida viable que tiene Sánchez es buscar la complicidad de Ciudadanos y del PP. Y dado que Rajoy es incapaz de formar gobierno, debería echarse a un lado, puesto que su figura es, hoy por hoy, el principal obstáculo para fraguar una posible alianza a tres. El juego político razonable y más o menos sensato, por mucho que se muevan las fichas, sigue estando entre los grandes partidos que defienden la Constitución, el Estado de Derecho y la economía de mercado. El resto de combinaciones para formar gobierno y así evitar la convocatoria de nuevas elecciones supondría la ruina de España y el fin del PSOE.

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