El líder de la formación neocomunista Podemos ha concedido una entrevista al diario secesionista Ara en la que tiende la mano a la formación ultranacionalista de izquierdas ERC, se declara partidario de que los catalanes tengan una financiación privilegiada y acusa al PP de ser "el principal productor de sentimiento independentista", lo que no deja de ser una afrenta a quienes tiene por socios de referencia en Cataluña. También aboga por dinamitar las selecciones deportivas españolas y por seguir marginando al castellano en las escuelas del Principado.
Si Pablo Iglesias se instalara en Cataluña, para bailar "El Run Run" cuantas veces quisiera con su semejante Ada Colau, sería el paradigma del charnego agradecido, ese especimen de español acomplejado que complace especialmente a los nacionalistas catalanes, que lo desprecian a modo pero lo exhiben cual monigote de feria para aventar su mercancía putrefacta sin pasar por lo que son, unos fanáticos comidos por el odio a España.
En Ara, el patriota Pablo Iglesias se vende a los enemigos declarados de España y hace suyo su ominoso discurso falsario, incluidas las partes que más deberían ofender a quien habla y no calla de igualitarismo y de lucha implacable contra los privilegios. A qué sorprenderse, tratándose de un sujeto que tiene por modelo al difunto Hugo Chávez Frías, el mayor traidor a su patria –que bajo su férula se convirtió en vasalla de la miserable Cuba comunista– y a sus compatriotas más pobres, que no tienen dónde caerse muertos mientras las élites bolivarianas desvalijan el Estado que –les juraron– iba a protegerlos.
El rancio caudillo podemita debería tener cada vez más difícil engañar a quienes no quieran ser engañados. Y es que quien acude a Cataluña a proclamar y proponer las sórdidas insensateces liberticidas que han hundido al PSC merece correr su misma suerte. O peor, precisamente por llegar más tarde y aun así querer insistir en los mismos yerros y traiciones.