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EDITORIAL

Podemos, corrupción

Iglesias se enfrenta a un más que sombrío panorama judicial por sus apaños financieros con los regímenes venezolano e iraní.

El abogado de Podemos purgado por denunciar la corrupción del partido ultra, José Manuel Calvente, declarará el próximo 2 de septiembre en la Audiencia Nacional (AN). El juez Manuel García Castillón retiró a Pablo Iglesias la condición de imputado en el caso del presunto robo de la SIM de su íntima colaboradora Dina Bousselham tras conocerse que el actual vicepresidente del Gobierno había tenido esa tarjeta en su poder durante meses, mientras acusaba a las cloacas del Estado de conspirar para evitar su llegada al poder. Pues bien, el mes que viene, coincidiendo con el reinicio del curso político, el referido magistrado de la AN podrá conocer por boca de Calvente las circunstancias (bastante sórdidas) en que se desarrolló el caso Dina, que es más bien el caso Iglesias; o uno de ellos.

Pero con ser grave, no es la mayor de las preocupaciones del potentado comunista. La financiación de su partido, fuertemente vinculado a las corruptas estructuras chavistas, está también en el foco de las investigaciones para determinar el destino real de los fondos que movió la cúpula podemarra con motivo de las últimas elecciones generales.

Se trata de acusaciones de extraordinaria gravedad que van cobrando fuerza con el paso de los días y el avance de las investigaciones. Así, a la denuncia del Tribunal de Cuentas por el dinero del régimen iraní ingresado por la productora de Iglesias hay que sumar ahora la investigación de la Comisión para la Prevención de Blanqueo de Capitales por los vínculos entre Podemos y Neurona Consulting, sociedad pantalla del chavismo destinada a financiar ilegalmente a sus peones en los países latinoamericanos.

Precisamente esta última es otra de las acusaciones del antiguo abogado de Podemos, que le valió su expulsión del partido con una infamante denuncia por acoso sexual que la Justicia finalmente ha desestimado.

Iglesias y sus compinches han cimentado su carrera acusando de corrupción a todos sus rivales políticos y presentándose como los adalides de la limpieza democrática. Hace no tanto, estos siniestros personajes hubieran lanzado sus turbas violentas a rodear las sedes de cualquier partido por mucho menos de lo que sabemos ahora sobre el suyo. Y es que Podemos apesta a corrupción de una manera tal que a su lado el caso Gürtel, convertido por la izquierda incluso en argumento para derribar un Gobierno, resulta una broma.

Iglesias se enfrenta a un más que sombrío panorama judicial por sus apaños financieros con los regímenes venezolano e iraní. Sánchez, entregado al líder podemarra, lo va a tener muy difícil para mantener a semejante personaje empotrado en la Moncloa.

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