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EDITORIAL

Premios Goya: empeñados en dar vergüenza

La sociedad española no quiere mantener a esta casta tan arrogante como improductiva, sólo notable por los aquelarres políticos que perpetra y por su terrible capacidad para saquear el bolsillo del contribuyente.

Un año más, el sector más atrabiliario de la titiriizquierda ha aprovechado la gala de los Goya para infligir a la sociedad española un espectáculo bochornoso, una auténtica conjura de sujetos que se creen incomprensibles cuando los demás los saben necios, como diría Cadalso si hubiera tenido la desgracia de padecerlos… y de pagarles su subvencionadísima mediocridad y su estupefaciente hipocresía, que les permite proclamarse voceros de los descamisados cuando viven como lo que son: multimillonarios con muy poca vergüenza y aún menos escrúpulos.

Por lo demás, la gala de los Goya ha vuelto a fungir de radiografía del cine español, que se merece la pésima fama que acarrea de un tiempo a esta parte. Está en manos de gente sin el menor talento, hiperendogámica, de un sectarismo ridículo y ominoso, voluntariamente ajena a los gustos del público, al que desprecia con la impunidad que da el sentirse mantenido por unos poderes públicos que incomprensiblemente siguen otorgándole privilegios y prebendas de todo tipo. Las proclamas ultraintervencionistas, en pro de lo social, en boca de personajes que luego claman por que se rebajen las cargas e impuestos que pesan sobre su sector serían de risa si no fueran indignantes. Desde luego, los retratan a la perfección.

La sociedad española no quiere mantener a esta casta tan arrogante como improductiva, sólo notable por los aquelarres políticos que perpetra y por su terrible capacidad para saquear el bolsillo del contribuyente. Ya va siendo hora de liberarle de tan insoportable carga.

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