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EDITORIAL

¿Qué más tiene que pasar para que Sánchez convoque elecciones?

Este Gobierno indefendible está en manos de unos golpistas juramentados con la voladura del orden constitucional y con la destrucción de España como nación y como Estado de Derecho.

Pablo Casado expresó este miércoles en su interpelación parlamentaria al presidente del Gobierno el sentir de una amplia mayoría de la ciudadanía, consciente de que esta legislatura tan accidentada y tremebunda no da más de sí. ¿Qué más tiene que pasar para que Pedro Sánchez haga honor a su palabra y llame a los españoles a las urnas? Eso se preguntaba el jefe de la oposición ante un presidente acorralado por los escándalos –empezando por el que tiene en el foco su escandaloso doctorado cum laude– y cada vez más (de)pendiente de los golpistas separatistas.

España soporta en estos momentos un Gobierno en el que han tenido que renunciar dos ministros por mentirosos y tramposos (Màxim Huerta y Carmen Montón), otros dos han ocultado buena parte de sus sustanciosos patrimonios (Pedro Duque e Isabel Celaá), uno se aferra al cargo pese a ser reprobado por el Parlamento por sus estrechísimas relaciones con personajes execrables (Dolores Delgado) y uno más (Josep Borrell) tiene en su hoja de faltas una multa de la Comisión Nacional del Mercado de Valores por haber utilizado información privilegiada para enriquecerse cuando era consejero de una multinacional.

Este caos ministerial, que convierte al Ejecutivo del doctor Sánchez en una banda impresentable de advenedizos comandados por un arribista sin escrúpulos, con ser grave, no es el mayor problema de España en estos momentos. El mayor problema es que este Gobierno indefendible está en manos de unos golpistas juramentados con la voladura del orden constitucional y con la destrucción de España como nación y como Estado de Derecho.

Nunca se olvide: el arribista Sánchez llegó al Gobierno gracias a unos partidos incursos en un golpe de Estado. El ultraderechista Quim Torra se lo recuerda día tras día y hasta se permite amenazarlo políticamente, a lo cual el desprestigiado doctor reacciona mostrándose dispuesto a tragar con lo que sea con tal de seguir donde de ninguna de las maneras le puso la ciudadanía, que de hecho expresó su parecer sobre el personaje y sobre su partido propinándoles un resultado electoral deplorable, el peor de los cosechados por el PSOE desde la instauración de la democracia.

La descomposición acelerada de este Gobierno que ya nació marcado con el pecado imperdonable del apoyo de los golpistas debería llevar a Sánchez, si es que conserva un adarme de esa decencia que negaba a su predecesor, a cumplir de una vez con su palabra y convocar elecciones generales.

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