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EDITORIAL

Rajoy, agente electoral de Podemos

Para esto ha quedado el Partido Popular: para fiarlo todo al miedo, para pedir el voto no por sus virtudes sino por los defectos del adversario.

Para esto ha quedado el Partido Popular: para fiarlo todo al miedo, para pedir el voto no por sus virtudes sino por los defectos del adversario.
Rajoy y Cospedal | Imagen TV

El vídeo de precampaña del presidente del Gobierno en funciones, alucinantemente grabado en el Palacio de la Moncloa, ha vuelto a incidir en la estrategia de la dirección del PP, basada en enfrentar a los españoles a un dilema tremebundo: o Rajoy o el caos absoluto, representado por Podemos y sus alianzas separatistas y comunistas.

Semejante irresponsabilidad no es precisamente usual en las democracias más sólidas, donde los partidos con solera tratan de enfrentarse por todos los medios a la amenaza populista, de extrema derecha o de ultraizquierda, con el fin de preservar al Estado de los peligrosos vaivenes provocados por la decepción de los ciudadanos con la clase política.

Un político responsable, más aún si está en el poder, tiene como primera obligación garantizar la pervivencia de las instituciones sobre las que se asientan los regímenes de libertades. No en vano ese es, en esencia, el contenido del juramento que hizo Rajoy cuando accedió al cargo que ahora ocupa en funciones, aunque desde entonces no ha desperdiciado ninguna ocasión de vulnerarlo, en especial en asuntos de política antiterrorista y administración territorial.

Rajoy sigue jugando a poner a los españoles ante una disyuntiva apocalíptica, como si no hubiera más opciones políticas capaces de representar lealmente una alternativa a tan peligrosa polarización. Podemos es el populismo ultraizquierdista aupado por la dirección del Partido Popular a través de los grupos mediáticos que más deben al Gobierno. Sin ese apoyo, el partido de los chavistas de la Complutense apenas habría superado los niveles de las formaciones marginales que suelen concurrir a las elecciones tratando de aprovechar una coyuntura de descontento popular.

Rajoy ha decidido promocionar esta opción con el fin de dañar al PSOE, su rival histórico, para tratar de esta forma de perpetuarse en el poder. Su irresponsabilidad, impropia de un Gobernante sensato, acerca España a un abismo formidable.

Para esto ha quedado el Partido Popular: para fiarlo todo al miedo, para pedir el voto no por sus virtudes sino por los defectos del adversario. Y su líder dándoselas de hombre de Estado...

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