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EDITORIAL

Rajoy apuesta sobre seguro

Sólo cabe esperar que, de confirmarse la noticia, Cascos, antiguo secretario general de los populares, lleve a Asturias los principios que de la mano de Aznar insufló con tanto éxito en el PP: la defensa de España y de la libertad.

Una de las estrategias que más daño ha hecho al PP en los últimos dos años fue esa todavía inexplicada decisión de Rajoy de cortar relaciones con "la vieja guardia aznarista" y abrir de par en par la puerta a conservadores y liberales. Con esta pose, Rajoy no sólo dio a entender que abandonaba los tradicionales principios que habían hecho grande al PP y que lo distinguían como un buen partido de gobierno, sino que además renunciaba a colaborar con un equipo de gestores de avalada experiencia en unos momentos en los que la sociedad española demandaba como agua de mayo un gabinete de profesionales y no de sectarios ideólogos.

Sin embargo, la propuesta de Rajoy durante estos últimos meses ha consistido en un grupo de políticos sin experiencia de gestión previa y con unas ideas y principios poco claros. Por este motivo, el PP no ha empezado a distanciarse moderadamente del PSOE en las encuestas hasta que el Reino de España se halló al borde de la suspensión de pagos y Zapatero hubo de enmendar parte de su irresponsable demagogia previa a través del tijeretazo y la reforma laboral.

No cabe más que considerar una noticia positiva que Rajoy haya rescatado a alguno de los miembros de la vieja guardia de la que él fue parte integrante de cara a las próximas elecciones autonómicas. Aunque no deja de tener un cierto aire caciquil que siga siendo Rajoy –y no los militantes– quien ponga o quite a candidatos locales o autonómicos, de entre todas las opciones que tenía delante el gallego la de Álvarez-Cascos era la más razonable. Se trataba del candidato natural para la presidencia del Principado de Asturias, que sólo podía desestimarse haciendo gala de un furibundo sectarismo rupturista con la mejor historia del PP.

Pero es dudoso que Rajoy pueda permitirse hoy esta serie de lujos. Si Zapatero está desgastado ante la sociedad española, el gallego no lo está menos. Todos los sondeos son unánimes en el desencanto que siente el electorado hacia ambas figuras, y algún prestigioso semanario inglés incluso ha pronosticado que la victoria en las generales se la llevará aquella formación lo suficientemente audaz como para jubilar a su líder.

De ahí que, ya dando por imposible cualquier resultado mínimamente decente en Cataluña, Rajoy necesite de una noche electoral perfecta en las elecciones autonómicas y municipales de 2011. No hay margen para el error: el PP debe arrasar en toda España o Rajoy puede ver cuestionado su liderazgo justo en los meses anteriores a las generales.

Como ya sucediera con las europeas, cuando Rajoy se la juega, recurre a valores seguros de la "vieja guardia". Mayor Oreja o Álvarez-Cascos cuentan con la garantía de haber formado parte de alguno de los mejores gabinetes de nuestra historia y eso, inmersos como estamos en una crisis nacional, institucional y económica sin precedentes, es un mérito muy a tener en cuenta. Pero, además, para Rajoy este tipo de candidatos tienen una ventaja añadida: si por cualquier razón pierden los comicios, siempre se les podría atribuir la derrota a su filiación aznarista de la que el gallego quiere distanciarse.

En cualquier caso, tretas políticas al margen, si se confirma la candidatura de Francisco Álvarez-Cascos, sólo cabe esperar que el antiguo secretario general de los populares lleve a Asturias los principios que de la mano de Aznar insufló con tanto éxito en el PP: la defensa de España y de la libertad. Asturianos y españoles los necesitamos con bastante urgencia.

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