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EDITORIAL

Rajoy asume el liderazgo

Al nihilista de Zapatero la vida de De Juana Chaos le importa lo mismo que le importó la vida de los etarras Lasa y Zabala, asesinados con el visto bueno de sus compañeros de partido.

Se trata de la primera manifestación que convoca y lidera el principal partido de la oposición, de cuantas manifestaciones se han producido contra ese paulatino, indefinido e inacabado proceso de disolución nacional y constitucional, que José Luis Rodríguez Zapatero decidió hacer suyo, con tal de lograr, para sí y contra el PP, el apoyo de los nacionalistas y la esperanzada complicidad de la propia organización terrorista ETA.

Aunque apaciguadoras ofertas de colaboración por parte socialista a formaciones abiertamente separatistas –incluida la propia ETA–, ya se gestaron con anterioridad a que el partido de Zapatero sirviera y se sirviera políticamente del terrorismo islamista para ganar las elecciones, el Gobierno del 14-M, bien por voluntad propia o por exigencia de ETA, decidió, al poco de llegar al poder y por una tregua "cuanto antes", hacerlas públicas en el diario El País. En ese diario, y meses antes de que ETA diera el paso de atender las colaboracionistas solicitudes de "alto el fuego", "fuentes socialistas" ofrecieron a la organización terrorista "dar una salida a los presos", además de comprometerse a consensuar con todas las formaciones –"incluida la izquierda abertzale"– un nuevo marco jurídico-político para el País Vasco.

Bien está que la excarcelación del sanguinario De Juana haya servido para que ahora algunos en el PP hayan recuperado la sensibilidad y la perspectiva pero, ¿a qué creían que se referían esas "fuentes socialistas" con lo de dar "una salida a los presos"? ¿A darles una vuelta para que vean las tumbas de los asesinados, a ver si así se despertaba su inexistente arrepentimiento?

Aquella oferta genérica socialista de "dar salida a los presos" hecha antes del comunicado de "alto el fuego", se convirtió en exigencia concreta de ETA tras su impaciente y criminal advertencia en Barajas. Tras ese "accidente", Zapatero, más que abortar el proceso, ha dado muestras desde el primer momento de querer atender el insaciable y criminal aviso de ETA. Fueron los terroristas los que, en su último comunicado, exigían no como condición suficiente, pero sí necesaria, la ahora lograda excarcelación de De Juana. Eso, por no hablar de otra oferta socialista, ahora convertida en exigencia de ETA, que consistía en "dejar a un lado al PP-UPN y la derecha fascista del Estado Español". Así lo hizo el Gobierno de Zapatero, junto a nacionalistas y separatistas, cuando, con los cadáveres de Barajas aún calientes, se opuso a todas y cada una de las propuestas de endurecimiento contra ETA planteadas por el Partido Popular.

Al nihilista de Zapatero la vida de De Juana Chaos le importa lo mismo que le importó la vida de los etarras Lasa y Zabala, asesinados con el visto bueno de sus compañeros de partido. Centrarnos sólo en la vida de De Juana Chaos –que sólo el etarra ha puesto en hipotético peligro– es hacer ininteligible, tanto el chantaje al que ya ha cedido el Gobierno como los muchos que le quedan por atender si Zapatero quiere llegar sin más "accidentes" a las próximas elecciones. Si Rajoy quiere recuperar la iniciativa no sólo ha de convocar manifestaciones, sino dejar claro que en ellas rechazan no sólo esta última cesión, sino el perpetuo chantaje que supone el proceso de rendición, cuya fuerza no está en la cura de adelgazamiento de un asesino encarcelado, sino en la que ejercen los etarras fuera de prisión.

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