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EDITORIAL

Rajoy y Sánchez, auténticas rémoras

Rajoy y Sánchez no tienen un pase, están más que amortizados. Lo sabe todo el mundo, empezando por sus diezmados y angustiados partidos.

Los todavía líderes del Partido Popular y el Partido Socialista cosecharon unos resultados calamitosos en las elecciones del pasado 20 de diciembre y en estos dos meses se han revelado unos absolutos incapaces a la hora de alcanzar acuerdos para la conformación de un Gobierno mínimamente estable. Aun así, ahí siguen, empeñados en postularse como solución cuando es más que evidente que son parte fundamental del problema de ingobernabilidad que aqueja en esta hora a la Nación.

Estupefacientemente, Mariano Rajoy, tras perder 3,6 millones de votos y 63 escaños, se presenta como el ganador indiscutible del 20-D y pretende tener una suerte de derecho indefectible a gobernar, con independencia de lo que le dijeron los electores en las urnas y de lo que le dice la aritmética parlamentaria. Le es igual la realidad, y si tiene que arramblar con su propio partido y hasta comprometer a Felipe VI lo hace sin el menor problema. No será rencoroso, pero está demostrando ser un tremendo egoísta absolutamente dispuesto a apostar al cuanto peor, mejor con tal de seguir en el poder. Poder que, para colmo, no utiliza para materializar plan de envergadura alguno sino para hacer continuismo de su nefasto predecesor, José Luis Rodríguez Zapatero, y traicionar minuciosamente las ideas y principios que antaño defendía su partido.

Por lo que hace a Pedro Sánchez, en estos meses ha dejado meridianamente claro que se trata de un personaje de una mediocridad apabullante, al punto de que podría hacer bueno hasta a Zapatero. Además, padece un deplorable sectarismo anti PP y un bochornoso complejo de inferioridad ante Podemos, el partido ante el que menos complejos se pueden tener, dada su ominosa ideología liberticida y el bagaje estrictamente impresentable de sus cabecillas, alabarderos de regímenes tan corruptos como sanguinarios y devastadores para las sociedades que los padecen. A Sánchez sólo le salva de ser pésimo Ciudadanos, aliado con el que no se siente a gusto porque lo que a él le tira es el frentepopulismo de Iglesias y su banda. Es decir, el suicidio de su propio partido.

Rajoy y Sánchez, Sánchez y Rajoy, no tienen un pase, están más que amortizados, son unas auténticas rémoras. Lo sabe todo el mundo, empezando por sus diezmados y angustiados partidos. ¿Van a seguir en Génova y en Ferraz consintiendo que semejantes personajes tengan en vilo a la Nación y comprometan la propia supervivencia de sus propias siglas?

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