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EDITORIAL

RTVE no tiene arreglo

Como para dar lecciones están estos indeseables que hablan de 'periodigno' cuando no hacen más que envilecer el oficio.

Todo apunta a que, en el tercer Consejo de Ministros de su Gobierno, Pedro Sánchez va a pergeñar un decretazo para nombrar un nuevo presidente de RTVE. Es un ejemplo más de las verdaderas prioridades de un Ejecutivo que en unas pocas semanas ha dado la vuelta a la mayor parte de las promesas que hizo para desalojar a Mariano Rajoy: los sospechosos iban a desaparecer de la escena pública y hay un ministro imputado; la transparencia iba a regir la política y el presidente ha desaparecido y no da ruedas de prensa; la elecciones serían pronto y ahora se retrasan hasta 2020; y los medios públicos iban a ser plurales y fiables y ya se ve que lo urgente, tanto como para llevar el asunto al tercer Consejo de Ministros, es asegurar en ellos el control político de la izquierda.

No cabe la sorpresa, menos aún después del masaje a cuatro manos y dos voces que se practicó en La Primera a Pedro Sánchez el pasado lunes. Una entrevista –por llamarla de alguna forma– que, además, se había visto precedida por un publirreportaje sonrojante con el presidente practicando deporte y acariciando a su perra. Curiosamente, ni la entrevista ni el publirreportaje han provocado ninguna reacción de los trabajadores de RTVE, otrora preocupadísimos por la pluralidad informativa y la independencia del Ente. La explicación a estos silencios no es, por supuesto, que la pluralidad y la independencia hayan irrumpido en RTVE de forma mágica con llegada de Sánchez a Moncloa: la realidad es que estos periodistas pueden ahora manipular e imponer su propia agenda política con total tranquilidad y sin molestas injerencias que, por otra parte, sólo afectaban a una parte mínima de los contenidos informativos.

Una agenda política que sólo compite en importancia para estos trabajadores con otra cuestión: el mantenimiento de unos privilegios laborales inauditos a costa de un contribuyente que lleva décadas obligado a sostener una televisión ruinosa, sobredimensionada hasta extremos grotescos y en la que muchos han hecho del vivir sin trabajar –pero cobrando un sueldazo– un derecho en lugar de lo que realmente es: un intolerable privilegio mantenido a costa del esquilmado contribuyente. Como para dar lecciones están estos indeseables que hablan de periodigno cuando no hacen más que envilecer el oficio.

RTVE, en suma, va a ser con Pedro Sánchez en el poder lo que ha sido desde su creación y lo que son todas las televisiones públicas: un gabinete de propaganda gubernamental a cargo del contribuyente que posibilitan que unos cuantos listos ganen muchísimo dinero trabajando muy poco.

Pretender que los ciudadanos y las empresas tengan que soportar ese extraordinario coste porque RTVE es un servicio público que provee de delicias culturales como Operación Triunfo es más un insulto que un argumento: la única solución para RTVE –y para todas las demás televisiones públicas– es la privatización o el cierre. Y el que quiera propaganda o el que quiera vivir sin trabajar, que se lo pague de su bolsillo.

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