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EDITORIAL

'Salvados': salvar al criminal Maduro

El contenido del programa fue una despreciable afrenta a los luchadores venezolanos por la libertad, contra los que se vertieron las más graves calumnias en las narices del ominoso entrevistador.

En la noche de este domingo, el canal que Soraya Sáenz de Santamaría y Mariano Rajoy salvaron de la ruina y pusieron a la entera disposición del partido chavista Podemos no solo entrevistó en Caracas a Nicolás Maduro, sino que previamente le agasajó con una pieza promocional en la que el despreciable tirano que está devastando Venezuela salía radiante. Qué menos: ahí estaba una televisión española para blanquearle mientras se sigue manchando las manos de sangre.

El contenido fue el esperable de un entrevistador que se fotografió complacido con el terrorista Arnaldo Otegi, ese campeón de la paz que se fue a la playa el día en que España entera se movilizó para tratar de salvar la vida a Miguel Ángel Blanco, finalmente asesinado por su banda ETA. Durante más de una hora, la cadena de referencia de la siniestra izquierda realmente existente en España trató al sucesor del golpista Hugo Chávez no como lo que es, un despiadado dictador que somete a su pueblo al hambre y al terror, sino como un respetable gobernante de una democracia digna de tal nombre que tiene que hacer frente a algún que otro problema complicado.

Évole, que se hizo famoso haciendo el mamarracho bajo el alias de El Follonero, casi parecía un asesor chavista y, lejos de hacer preguntas comprometidas, daba consejos y hasta proponía soluciones, como si fuera una suerte de mediador internacional habilitado para tratar de resolver la tragedia venezolana. Tragedia de la que son no sólo responsables sino culpables Maduro y su banda de narcogenerales.

La Sexta brindó una hora y cuarto de su programación a un criminal que, entre otras canalladas, se jactó de estar armando a las milicias bolivarianas para extender el terror en las calles de su país y lanzó todo tipo de insultos a España y al expresidente español José María Aznar, que, junto con Felipe González y a diferencia del sobrecogedor José Luis Rodríguez Zapatero, se está significando en la denuncia del régimen comunista, radicalmente ilegítimo, que padece Venezuela desde hace tantos años.

El contenido del programa fue una despreciable afrenta a los luchadores venezolanos por la libertad, contra los que se vertieron las más graves calumnias en las narices del ominoso entrevistador. Tan nauseabundo fue su contenido que igual hasta cabría pensar en una vulneración de la liberticida Ley General Audiovisual aprobada por Zapatero en 2010, que cataloga como infracciones muy graves "la emisión de contenidos que de forma manifiesta fomenten el odio" y "la emisión de comunicaciones comerciales que vulneren la dignidad humana".

Por supuesto, el palafrenero de Maduro pergeñó esa ley (como otras de igual ralea, empezando por la de Violencia de Género y la de Memoria Histórica) para amordazar a los medios no izquierdistas. Sería de justicia poética que le fuera aplicada a una televisión ultra de izquierdas como La Sexta, cuyos potentados capos, salvados (sic) por la derecha más cobarde, oportunista y suicida, parecen gozar de patente de corso a la hora de escarnecer los principios y valores que sustentan las sociedades abiertas.

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