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EDITORIAL

Suben la luz, el gas y la incompetencia

Cada mes es, según el Gobierno, el del comienzo de la recuperación económica, pero lo cierto es que aunque se aprecie un ligero repunte en algunos datos macroeconómicos, en la escala ciudadana la situación aún no ha tocado fondo.

Frente a las proclamas del Gobierno sobre la inminente recuperación económica, la realidad se empecina en presentar un panorama más bien sombrío, en el que el rasgo más definitorio es la incompetencia gubernamental, la propensión de los titulares de las carteras económicas a lanzar anuncios sin contenido ni concreción, con datos supuestos, presuntos o directamente falseados. El encarecimiento de los recibos de la luz y el gas, la galopada alcista del Euribor y de los precios de productos básicos desmienten una a una todas las previsiones que con más insistencia que apego a la verdad se difunden desde La Moncloa.

Cada mes es, según el Gobierno, el del comienzo de la recuperación económica, pero lo cierto es que aunque se aprecie un ligero repunte en algunos datos macroeconómicos, en la escala ciudadana la situación aún no ha tocado fondo. Y frente al fingido optimismo de Zapatero y sus ministros, el desempleo, como los precios y los impuestos, no hace sino aumentar de un modo escandaloso mientras que la reacción oficial se centra en la sospecha, más infundada que otra cosa, de que muchos de los parados están ocupados en realidad en la economía sumergida.

La obsesión socialista por fijar su atención en las posibles bolsas de fraude contrasta, por otra parte, con la desatención manifiesta del Gobierno respecto a fraudes y estafas tan reales como las de los ERE andaluces o como descontar de las listas del paro a quienes reciben formación ocupacional, una de tantas triquiñuelas administrativas que, pese a lo grosero de los procedimientos, no ocultan la gravedad de la sangría.

Este mes de abril, lejos de significar un respiro para miles de españoles que podrán ocuparse en empleos derivados del periodo vacacional de Semana Santa, supondrá una desagradable sorpresa en muchas de las facturas que han de afrontar las familias españolas. A las subidas generalizadas deberá sumarse, además, la inacción gubernamental, cuyos despliegues normativos sólo consiguen añadir más incertidumbre sobre el futuro de la economía nacional, observada con lupa por medios y observadores internacionales ante el riesgo evidente de que España engrose el pelotón de países en quiebra encabezado por Grecia.

Frente a la situación de penuria de miles de empresarios, cientos de miles de familias y millones de trabajadores, las administraciones continúan con sus prerrogativas, falsean déficits, aplazan pagos, lanzan emisiones de bonos y engordan la bola de impagados e incumplimientos como si la salida de la crisis dependiera de imponderables cuya culpa siempre es de los demás, antes de las subprime y ahora de las revueltas en Oriente Medio. Cualquier excusa es buena para subir las facturas, los precios y la desesperanza.

En Libre Mercado

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