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EDITORIAL

Un dato muy positivo

El sector privado está reduciendo su deuda a base de una mayor productividad y austeridad, colocando así la primera piedra para salir de la crisis. Todo un ejemplo del que debería aprender la clase política.

Pese a la grave crisis que registra España desde 2008, existen datos económicos muy positivos y esperanzadores. Uno de ellos, seguramente el más relevante, es el relacionado con el déficit exterior. Durante los felices años de la burbuja crediticia, el conjunto del país vivió muy por encima de sus posibilidades gracias a un creciente endeudamiento, y puesto que los españoles no ahorraban lo suficiente se tuvo que acudir a un ingente crédito externo. Tanto es así que el déficit por cuenta corriente se situó en el 10% del PIB en 2007, todo un récord histórico. Es decir, España precisó, sólo ese año, una financiación exterior próxima a los 100.000 millones de euros para sufragar su nivel de consumo e inversión.

Todo ello evidenciaba no sólo la acumulación de una deuda insostenible, también una preocupante pérdida de competitividad que, como es lógico, se reflejaba en un sustancial déficit comercial, ya que las empresas vendían cada vez menos al extranjero (exportaciones) al tiempo que los españoles compraban más al exterior (importaciones). Sin embargo, este grave desequilibrio está siendo corregido con celeridad, sobre todo desde 2010, gracias al buen hacer de las empresas y al duro, pero sano, ajuste que están realizando las familias españolas. Así, el déficit comercial acumulado hasta octubre se situó en 28.056 millones de euros, equivalente al 2,5% del PIB, una reducción del 28,4% respecto al mismo período de 2011. Se trata de un dato histórico, ya que es el mejor registro que presenta la balanza comercial española desde que se empezó a medir este indicador (1972).

Esta mejora se produce como consecuencia de un aumento de las exportaciones del 4,2% (hasta el los 185.105 millones) y una caída de las importaciones del 1,6% (hasta los 213.161 millones), lo cual significa que casi el 87% de las compras realizadas en el exterior se pueden financiar ya mediante la venta de bienes y servicios al extranjero. De hecho, si a la balanza comercial se suman los servicios, el resultado es que España registra una balanza de pagos positiva desde el pasado verano. Es decir, el país ha dejado de depender del crédito extranjero para empezar a devolver la elevada deuda acumula en el pasado.

Este dato refleja, mejor que ningún otro, el drástico saneamiento que está acometiendo el sector privado para amoldarse cuanto antes a las circunstancias con el fin de salir adelante. Dada la débil demanda interna, las empresas nacionales están incrementando su actividad exterior, abriendo incluso nuevos mercados, en un proceso de internacionalización fundamental para la recuperación económica de España. Al mismo tiempo, empresas y familias reducen sus gastos para tratar de amortizar sus deudas, lo cual se traduce en un menor volumen de importaciones. El sector privado está reduciendo su deuda a base de una mayor productividad y austeridad, colocando así la primera piedra para salir de la crisis. Todo un ejemplo del que debería aprender la clase política.

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