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EDITORIAL

Un PP desdibujado y un líder mermado

Esta disminución de los apoyos al revalidado presidente del PP demuestra el gran malestar existente en torno a cuestiones fundamentales que la mayoría oficialista ha preferido cerrar en falso

Beneficiado por la buena imagen de los principales miembros de su nuevo equipo y por los acuerdos salomónicos alcanzados en las ponencias política y de estatutos, el candidato único Mariano Rajoy y su Comité Ejecutivo se hicieron ayer con el apoyo del 79% de los compromisarios acreditados en el XVI congreso del PP. Un resultado visiblemente inferior al 90% logrado en 2004, cuando la conmoción por la inesperada victoria electoral de Rodríguez Zapatero aparcó cualquier consideración sobre la idoneidad de Rajoy para recuperar el Gobierno de la nación para su partido.

Esta disminución de los apoyos al revalidado presidente del PP demuestra el gran malestar existente en torno a cuestiones fundamentales que la mayoría oficialista ha preferido cerrar en falso. Nada mejor para Rajoy que un partido desdibujado, desorientado e incapaz de presentar una alternativa clara y tangible al PSOE. Una situación así le permitirá hacer y deshacer a su antojo, y llegado el caso reformular y desvirtuar los principios contenidos en los textos aprobados. Una peligrosa posibilidad que, como señaló José María Aznar en su discurso, significaría el olvido por parte del PP de sus votantes naturales, el mayor error que puede cometer un partido político con vocación de Gobierno.

El punto más decepcionante de la ponencia política es sin duda la edulcoración de las críticas a los nacionalistas y la renuncia a denunciar la doblez del PNV a la hora de luchar contra el terrorismo de ETA-Batasuna. No obstante, la abstención de los compromisarios del País Vasco es un acto esperanzador. Por otra parte, la inclusión de una oferta al PSOE para llevar a cabo las reformas legales necesarias, inclusive la modificación de la Constitución, para contrarrestar el separatismo, es una buena noticia que esperamos no sea desmentida por los hechos.

A pesar de su ambigüedad, la ponencia política del PP abre una vía a la necesaria e urgente rectificación, aunque una interpretación torticera de la misma equivaldría a dar definitivamente la espalda a esos militantes que en las últimas horas han decidido dar a Rajoy un nuevo, aunque renuente voto de confianza.  

Por lo que respecta a los estatutos, y pese a la derrota de la propuesta de primarias directas y democráticas, el nuevo procedimiento de elección de compromisarios abre la puerta a la paulatina democratización del PP, pues la reforma permite que los desacuerdos con la dirección del partido puedan cuajar en listas y programas alternativos. Así, el requisito de 100 firmas para poner en marcha una candidatura no oficialista y la introducción de listas abiertas en la elección de compromisarios pueden redundar en la mejora del procedimiento de selección en el interior de los partidos, una de las asignaturas pendientes de nuestra democracia.

Un cambio positivo que interpela directamente al PSOE, aunque llega lastrado por la prematura, inopinada y sorpresiva proclamación de Mariano Rajoy como candidato a la presidencia del Gobierno en las próximas elecciones generales. En realidad, no será hasta el próximo congreso del PP que sus militantes, en vista del desempeño electoral del partido en los procesos electorales que se avecinan, decidan quién será su candidato a disputar la Moncloa a Rodríguez Zapatero. Una muestra más de la evidente debilidad crónica de Rajoy.

En cuanto a su ponencia económica, el PP ha perdido una gran oportunidad para ofrecer a los ciudadanos un programa netamente diferenciado de los paños calientes y las medidas socializantes del Gobierno del PSOE. Sobran las concesiones a la corrección política y falta una apuesta clara por la liberalización, la reducción el tamaño del Estado y la reforma del sistema fiscal que eviten que 2008 inaugure una década perdida.

A falta del discurso de Mariano Rajoy como presidente electo, que servirá para fijar de veras la orientación y la línea política del PP, la segunda jornada del congreso se cierra con otro triste y lamentable abandono. Ignacio Astarloa, brillante secretario de Libertad Públicas, Seguridad y Justicia se retira de la primera línea política tras haber escrito una de las páginas más honrosas de la labor de oposición de su partido al Gobierno de Rodríguez Zapatero. Un hoja de servicios impecable en pro de la libertad y la igualdad ante la ley de los españoles que no puede quedar en papel mojado.

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