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EDITORIAL

Una bofetada cívica al Gobierno... y a la Oposición

Los políticos que huyeron para no enfrentarse a la mirada de aquellos a los que tienen decidido traicionar deberían tener presente una cosa: todos nosotros votamos. Y somos multitud.

El relativismo de los partidos políticos, cuya principal consecuencia es el sometimiento de los principios al mero cálculo electoral, había topado siempre con un dique moral en lo referente a las víctimas del terrorismo. Ayer, sábado seis de noviembre de 2010, también esa barrera ética fue franqueada por la clase política española, toda ella sin excepción. De la izquierda lo suponíamos, dada su absoluta falta de escrúpulos cuando está en el poder; del centrismo simplemente lo sospechábamos. En ambos casos los políticos españoles se encargaron ayer de confirmar que toda desconfianza hacia ellos siempre resultará insuficiente.

La soledad institucional de las víctimas en la concentración convocada por la asociación cívica "Voces contra el terrorismo" debería interpelar a los dirigentes políticos sobre su cada vez más acusada falta de legitimidad. Si los partidos son los representantes de la voluntad popular, no se explica su ausencia en una manifestación popular convocada para oponerse a la negociación con los terroristas, asunto que concita más del 70 por ciento de aprobación en todas las encuestas realizadas al efecto. Que lo haga el PSOE de Rubalcaba y Zapatero, por ese orden, es vergonzoso pero entendible. Que se sume a ese desprecio el partido de Miguel Angel Blanco y Ortega Lara es la amarga demostración de que en el PP se ha perdido cualquier atisbo de vergüenza política.

Afortunadamente, frente a esta traición de la casta política los ciudadanos españoles han sabido responder de forma ejemplar, yendo más allá de lo que podría esperarse dadas las dificultades que entrañaba una convocatoria en un día tan complicado por varias circunstancias. No caeremos en la trampa de la dictadura "del número" porque la dignidad de nuestros compatriotas asesinados está muy por encima de la aritmética sociológica, pero forzoso es reconocer la emoción que todos sentimos cuando la céntrica Plaza de Colón y sus alrededores aparecieron repletos de ciudadanos libres; hombres y mujeres venidos de todos los rincones de nuestra querida patria que no se resignan a ver cómo un Gobierno sin escrúpulos y una Oposición desleal trafican con el dolor de una nación por motivos electorales.

Nosotros también estuvimos allí, para dar voz a las víctimas, para apoyarlas y para que decenas de miles de ustedes que no pudieron acudir físicamente a la cita madrileña pudieran sentirse como si estuvieran entre ellas. Fuimos el único medio presente en ka concentración con un despliegue adecuado a la importancia del acto, pero al igual que los convocantes, no nos sentimos solos. El afecto de todos ustedes y la convicción de haber cumplido con el deber de todo medio de comunicación honorable es pago más que suficiente.

Enhorabuena a los convocantes, a los asistentes y a los que siguieron nuestra retransmisión por radio o televisión. Y a los políticos que huyeron para no enfrentarse a la mirada de aquellos a los que tienen decidido traicionar, recuerden: todos nosotros votamos. Y somos multitud.

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