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EDITORIAL

Una buena noticia para Colombia y para el mundo

Mal que le pese a la progresía de todo el mundo, la labor callada y constante de Álvaro Uribe ha logrado dar unos frutos que décadas de distintos gobiernos e innumerables planes de paz no habían obtenido.

La muerte de Tirofijo supone un nuevo golpe contra las FARC, que se suma a las de Raúl Reyes e Iván Ríos, y a la defección de numerosos guerrilleros. Mal que le pese a la progresía de todo el mundo, la labor callada y constante de Álvaro Uribe ha logrado dar unos frutos que décadas de distintos gobiernos e innumerables planes de paz no habían obtenido. Tras el fracaso de las bajadas de pantalones de Pastrana, que incluyeron la cesión de un territorio del tamaño de Suiza a los terroristas, Uribe ha demostrado que la firmeza –acompañada de la inteligencia– puede terminar logrando el fin del terrorismo.

De los siete miembros con que contaba a primeros de año el órgano de dirección de las FARC, el Secretariado, tres han muerto. La de Raúl Reyes demostró a los cabecillas de la guerrilla terrorista que ya no podrán volver a dormir tranquilos, ni siquiera fuera del país. La de Iván Ríos, que sus hombres de confianza pueden ser quienes finalmente acaben con ellos. Habrá que ver si la muerte de Tirofijo no acaba por suponer una lucha a muerte por la dirección. Es difícil que su sucesor logre el apoyo unánime del que gozaba Marulanda, un hecho que podría suponer aún más aprietos para la organización.

Sin embargo, como bien sabemos los españoles, no se acaba en unos pocos años con una organización con décadas a las espaldas. El proyecto de Uribe debe continuar en la misma línea, resistiendo no sólo la presión de los terroristas, sino también la de Chávez y sus gobiernos afines e incluso la de Sarkozy, que en su empeño por lograr la liberación de Ingrid Betancourt por todos los medios está perdiendo en Colombia el crédito en materia antiterrorista que ha ganado con su colaboración contra ETA.

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