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EDITORIAL

Una calma que no evita la tormenta

Una cosa son las virtudes de Cospedal y otra muy distinta que su nombramiento ponga fin a las dudas que, entre los militantes y los votantes del PP, han generado otros nombramientos y, sobre todo, el nuevo rumbo de oposición

Una cosa es que la nueva secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, sea una mujer enormemente preparada y con innegables cualidades políticas y organizativas, y otra muy distinta que su nombramiento ponga fin a las dudas que, entre los militantes y los votantes del PP, han generado otros nombramientos y, sobre todo, el nuevo rumbo de oposición –más bien deriva– tomado por Rajoy desde que perdiera las últimas elecciones generales.

Por mucho que Rajoy haya logrado cerrar filas en su partido con este nombramiento, esa calma y esa unanimidad pueden ser tan frágiles y ficticias como las que el presidente del PP obtendrá en el Congreso de Valencia si no logra dejar claro, unívoco y firme un proyecto de oposición que todos ejecuten de manera consecuente.

De la misma forma que no hubiésemos valorado del mismo modo la aceptación de las enmiendas presentadas por Vidal-Quadras, Santiago Abascal y otros a la ponencia política que su rechazo, tampoco podemos valorar la designación de Cospedal como si de la de Gallardón, por ejemplo, se tratara. Ahora bien, por mucho que ni esa aceptación de enmiendas ni esta designación confirmen la "deriva" que detectamos y denunciamos tras las elecciones generales, tampoco son muestras, por sí solas, de que en el PP se haya recuperado el rumbo. De hecho, bien podría tratarse de la engañosa tranquilidad que busca quien quiere ser reelegido como capitán y le va diciendo a todos que su rumbo es justamente el que prefiere su interlocutor de ese momento.

En este sentido, la enmienda de Vidal-Quadras puede llegar a ser, salvando las distancias, tan papel mojado como lo ha sido el Pacto por las Libertades que Zapatero firmó al tiempo que lo traicionaba.

En cuanto al resto de nombramientos, si el de Ana Mato tiene las mismas características que el de Cospedal, los de Javier Arenas y González Pons suponen el respaldo a dos destacados promotores de la "nacionalidad andaluza" y la "nacionalidad valenciana", respectivamente, que casa mal con la supuesta aceptación de la partitura enmendada por Vidal-Quadras. Eso, por no hablar de que González Pons se ha estrenado en el cargo tiroteando políticamente a sus antecesores al afirmar que "hay que acabar con los portavoces de gatillo fácil" y que "nunca más habrá un portavoz que hable sin escuchar".

Tenga fácil o difícil el gatillo, esperemos que González Pons dirija a partir de ahora su revolver político hacia el adversario y que no sufra gatillazos. En cualquier caso, ya nos ha dejado una muestra de hasta qué punto le paraliza y tiene interiorizada la propaganda del adversario, empezando por lo de la "crispación". A partir de ahora, y por muy bajo que tenga el perfil la oposición, será denigrada por sus adversarios como de "gatillo fácil".

Finalmente, y frente a esta aparente paz recuperada, no queremos hacer del PP un problema irresoluble, pero desde luego no nos vamos a sumar a quienes, a través de un congreso a la búlgara y del encubrimiento de una deriva, pretenden hacernos creer que han recuperado el rumbo.

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