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EDITORIAL

Una noche muy larga en Lorca

Al contrario que los ciudadanos, los servicios públicos no han mostrado excesivos reflejos a la hora de advertir a la población sobre el riesgo de nuevas réplicas y la conveniencia de cortar los suministros de gas, electricidad y agua.

Los primeros datos sobre los terremotos de Lorca anticipan un panorama desolador. Al cierre de este texto, son ya diez los muertos y se calcula en diez mil el número de personas que no podrán utilizar sus viviendas hasta que los bomberos y los servicios de protección civil valoren los daños provocados en cimientos y en estructuras. Es obvio que un terremoto no se puede predecir, pero sí se puede prever la reacción ante esta clase de sucesos. Y, de momento, lo mejor que se puede decir es que los ciudadanos de Lorca y de Murcia han reaccionado con calma y con un evidente sentido de la solidaridad desde el primer momento.

Al contrario que los ciudadanos y algunos medios de comunicación, los servicios públicos no han mostrado excesivos reflejos a la hora de advertir a la población sobre el riesgo de nuevas réplicas y la conveniencia de cortar los suministros de gas, electricidad y agua. Tampoco parecen funcionar en estas primeras horas los canales de comunicación oficiales, desbordados por la sorpresa y la falta de medios. Como viene sucediendo en los últimos años, internet es la fuente de información más rápida, pero tanto el Gobierno como el PSOE han decidido utilizarlo para hacer propaganda electoral, mostrar su solidaridad con los murcianos y anunciar el despliegue de la Unidad Militar de Emergencias. Por el momento se trata de una respuesta muy limitada no ya ante lo que ha ocurrido sino ante lo que puede pasar, dada la alta probabilidad de que se registren más terremotos en Lorca y su área de influencia.

Les espera una noche muy larga a los ciudadanos de Lorca y duras jornadas en las que deberán poner a prueba su capacidad de respuesta ante este drama en un contexto de desempleo y estancamiento económico. Sin embargo, son estas las ocasiones que sirven para poner de manifiesto la textura de una sociedad acostumbrada a ejercer la solidaridad cuando los desastres naturales ocurren a miles de kilómetros.

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