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EDITORIAL

Uribe, un ejemplo en la lucha contra el terrorismo

Bien harían los mandatarios europeos, que tan abrumados parecen por el terrorismo, en seguir el ejemplo de visión y determinación dado por Uribe.

En cierta ocasión el escritor Álvaro Vargas Llosa dividió a los dirigentes políticos en dos clases: los abrumados por acontecimientos que alguna vez pensaron podrían dominar y los que con visión y determinación se enfrentaron a retos enormes y pudieron "guiar el curso de la historia".

Bien harían los mandatarios europeos, que tan abrumados parecen por la guerra que nos ha declarado el terrorismo islamista, en seguir el ejemplo de visión y determinación dado por el expresidente de Colombia Álvaro Uribe, sin duda el mandatario con más experiencia en la lucha contra el terrorismo del continente americano y "el único del que se puede decir que ha dirigido con éxito una guerra contra el terrorismo y que la ha ganado en lo fundamental", tal como ha destacado Federico Jiménez Losantos en la entrevista que le ha hecho ante los micrófonos de esRadio.

Critica con razón Uribe los "altibajos" y la "falta de constancia" de unos dirigentes europeos que sólo parecen ser conscientes de la guerra que han planteado los terroristas islámicos en el momento en el que cometen un atentado, pero que pronto ceden a los cantos de sirena de un apaciguamiento que utiliza los conceptos de diálogo y paz para eludir el deber de luchar "con constancia y sin claudicaciones" contra este nuevo monstruo totalitario.

Contrasta la lúcida consideración de Uribe de que los líderes políticos deben "asumir riesgos" a la hora de enfrentarse al terrorismo con ese estéril pero nada arriesgado consenso a que ha quedado reducido el denominado pacto antiyihadista; un pacto que, para empezar, no admite la existencia de guerra alguna y que tampoco tiene problema en admitir como observador a un partido como Podemos, incapaz siquiera de hacer una condena sin peros al terrorismo.

Este cómodo acuerdo en la irresolución no evitará que los ciudadanos occidentales sigamos siendo asesinados en nombre de Alá, pero sí va a evitar a todos los políticos el coste electoral que debería suponer la persistencia y, lo que es seguro, el agravamiento de un problema que no quieren afrontar. La "unidad de los demócratas", aquí y en el resto de Europa, se ha reducido a la unión a la hora de llorar y de sentirse abrumados y consternados por los azotes del terrorismo, no se ha traducido en una unidad en el combate contra quienes quieren acabar con nuestras vidas y con nuestra forma de vida.

De la misma forma en que Uribe estuvo dispuesto a liderar un combate policial, militar y mediático contra el terrorismo que asolaba su país, los dirigentes europeos deben ser los primeros en advertir a la ciudadanía de que la guerra contra el terrorismo se debe librar por todos los medios que garanticen la continuidad de la democracia liberal.

Ya es hora de que esa Europa que "llora para fuera" lo haga, como dice Uribe, "para dentro" y sitúe "la bandera de la lucha en alto” en aras de su propia supervivencia.

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