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EDITORIAL

Zapatero y la conspiración neocón

Los socialistas, con su complacencia ante la enorme destrucción de empleo del último año, son quienes están poniendo en peligro no sólo las becas y las pensiones, sino otras prestaciones y servicios públicos.

El domingo, el presidente del Gobierno aprovechó su discurso de clausura del congreso del PSOE en Castilla-León para, una vez más, ignorar la crisis económica y culpar de las dificultades por las que atraviesan los trabajadores y empresarios españoles a José María Aznar. La absurda ofensiva de los socialistas contra el anterior presidente del Gobierno demuestra la falta de ideas de un Gobierno a la deriva, que ni sabe ni quiere encarar los problemas del país y que se escuda en una retórica falaz, radical y aparentemente efectista que sin embargo no oculta el creciente malestar de la gran mayoría de los españoles hacia su ineficacia e incompetencia.

Hacen mal los socialistas en atacar a José María Aznar, pues si algo puede afirmarse con rotundidad de este político es que se dedicó a arreglar los desaguisados causados por la nefasta gestión del entonces –y ahora– ministro de Economía, Pedro Solbes, en los últimos años de la presidencia de Felipe González.

Rodríguez Zapatero fracasa estrepitosamente al intentar eludir la responsabilidad de su Ejecutivo sacándose de la manga una nueva expresión, "liberalismo asimétrico", con la que alude a los errores cometidos por supuestos amigos de Aznar y Rajoy que, según él, han creado la crisis económica a la que nuevamente se niega a llamar por su nombre. El presidente del Gobierno, en un nuevo salto al vacío de la sinrazón, ha llegado a remontarse al presidente norteamericano Ronald Reagan, quien dejó su cargo hace casi 20 años, para achacarle los problemas económicos actuales. Quizá su nueva política de exhumación de cadáveres le valga un par de aplausos en las reuniones de militantes de su partido, aunque dudamos que sus ocurrencias vayan a granjearle la simpatía de los damnificados por la política económica seguida por él y su Gobierno desde 2004, que es la que cuenta, sobre todo en España.

Más triste aún, si cabe, resultó su reto a Mariano Rajoy, consistente en preguntarle si estaba o no a favor de la subida de las pensiones y del aumento de las becas, cuando lo único evidente es que los socialistas, con su complacencia ante la enorme destrucción de empleo del último año, son quienes están poniendo en peligro no sólo las becas y las pensiones, sino otras prestaciones y servicios públicos proporcionados por el Estado, cuyas cuentas han dejado en números rojos. La pregunta que Zapatero debería hacerse es cómo piensa afrontar los crecientes gastos de los distintos ministerios derivados de una crisis que, por culpa de su ceguera voluntaria, está afectando a España con una virulencia inusitada.

Paro, inflación, déficit, caída espectacular del consumo y de la inversión exterior, aumento de los impuestos y un clima de incertidumbre y desconfianza que el Gobierno, a través de los pronunciamientos de algunos de sus ministros, ha intentado trasladar hacia los inmigrantes (el papel que ocupan los trabajadores extranjeros en la conspiración neoconservadora es algo que todavía no ha explicado, aunque no es descartable que lo haga en los próximos días): este es el saldo de las políticas socialdemócratas que el presidente exhibe con orgullo y contrasta con el presunto liberalismo de los demás.

Mientras tanto, miles de cabezas de familia pierden su empleo cada día, mientras que los jóvenes encuentran cada vez más complicado encontrar su primer puesto de trabajo y los pequeños empresarios tienen que reducir sus plantillas por la merma en las ventas. Tal vez algunos de ellos no recuerden bien quién fue Ronald Reagan, y probablemente tampoco les importe, aunque seguro que sí conocen el nombre completo del presidente del Gobierno español. por mucho que Rodríguez Zapatero se pasee por España tratando de confundirles con su inútil e irrisorio arsenal de armas de amnesia masiva. El tiro le está saliendo por la culata. ¿Cuántos socialistas pensarán que su secretario general y presidente del Gobierno se está convirtiendo en una carga más pesada que la crisis?

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