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Eduardo Goligorsky

Desmontando la desinformación

De los ciudadanos depende que el Gobierno cómplice con el que los golpistas cuentan en la actualidad caduque definitivamente el 28-A.

De los ciudadanos depende que el Gobierno cómplice con el que los golpistas cuentan en la actualidad caduque definitivamente el 28-A.
Josep Lluis Trapero | Europa Press

El diario La Vanguardia tomó la iniciativa de enviar por turno a sus formadores de opinión más conocidos al recinto donde se celebra el juicio a los políticos imputados de rebelión, para comunicar a sus lectores las alternativas de cada sesión. El resultado fue que Joaquín Luna nos entretuvo con su humor cáustico y Antoni Puigverd nos aburrió con su funambulismo crónico. Pero el predicador Francesc-Marc Álvaro se llevó el trofeo con sus artículos, que podrán figurar en los cursos de enseñanza de periodismo como modelos de desinformación.

Su relato es el producto de una visión deformada por la óptica secesionista hasta el punto de invertir la imagen de lo que realmente ocurrió, tanto en la sala como en el escenario de los hechos narrados. Así reescriben la historia estos desinformadores para poner anteojeras al rebaño. Así nos comen el coco. Desmontemos el trampantojo.

Víctima del acoso

En "La mujer (casi) invisible", (LV, 7/3), el desinformador inicia su trabajo de zapa burlándose del calzado de color amarillo de la testigo, que puede encerrar un agravio a los sacrosantos lazos de la cuadrilla, "un desafío semiótico para iniciados", y cuyos tacones "le obligan a unos andares vacilantes e inseguros", en tanto que avanza "con la cabeza gacha, mirando al suelo, y es para que no podamos ver su rostro con facilidad".

La descripción insinúa que la testigo se comporta como una delincuente que oculta su identidad, pero no, es Montserrat del Toro, secretaria judicial encargada del registro en la Conselleria d´Economia el 20-S, que acude a declarar como víctima del acoso de los gamberros de la ANC y de los CDR. El juez ha ordenado impedir la difusión televisiva de su imagen, lo que un fiscal considera razonable porque "vive en Cataluña". Afirmación esta que escandaliza a los abogados defensores y al mismo Álvaro, quien la tacha de "pie de nota subliminal que ahí queda". Y vaya si queda, porque para probar que es peligroso transgredir la omertà en Cataluña y que sus temores están justificados, los matones aborígenes inundan las redes con la foto interdicta de la testigo, acompañada por insultos procaces y amenazas de todo tipo entre las que se cuentan las de violación. Nada subliminal. Sí, vive en Cataluña.

Con las vergüenzas al aire

El desinformador sectario deja volar su imaginación, y después de calificar "la narración de esta mujer" de "cuento de terror urbano", urde su propio libreto e intenta hacernos creer que:

Varias veces se hace evidente que estamos ante un testigo cualificado que forma parte del gremio que arbitra el conflicto (…) Su relato es imprescindible para fundamentar la idea de violencia que el juez instructor y las acusaciones relacionan con lo sucedido ese momento, que fue prólogo del referéndum unilateral.

El "gremio que arbitra el conflicto" es la etiqueta aplicada a la Justicia, sobre la que cae el estigma de las teorías de la conspiración a las que son tan aficionados los totalitarios. Lo que fundamentó la idea de violencia que desdeña Álvaro, fue el testimonio de Del Toro con un acopio de datos comprobables sobre su experiencia personal. Y el argumento que el desinformador saca de la chistera para contradecir a Del Toro y a las restantes víctimas de la violencia es risible por su fragilidad:

En la calle, ese día, el ambiente era de protesta pacífica, festivo incluso. (…) Aquella noche de supuesto terror en las calles la gente acudió con normalidad a la función que se representaba en el teatro Coliseum.

José Martí Gómez lo deja con las vergüenzas al aire cuando escribe ("Del plan A al plan B y de ahí al fracaso", El País, 8/3):

También merendaba e iba gente a la Ópera en San Petesburgo en octubre del 17, según se puede leer en libros que narran la Revolución Rusa, mientras en la calle, como ocurrió en Cataluña el 1-O, se montaba la de Dios es Cristo.

Los restaurantes y teatros de la Alemania nazi también tenían las mesas y las plateas completas mientras los vándalos sembraban el terror, protegidos por la Gestapo, en la Noche de los Cuchillos Largos y en la Kristallnacht.

Sospecha de traición

Francesc-Marc Álvaro, incansable, continúa desinformando el día siguiente ("El palo del Minotauro", LV, 8/3). El Minotauro es, citando a Vincens Vives, el poder del Estado, en este caso España que, a su vez, es el Leviatán. Tremendo. Sus representantes en el juicio son -y ahora cita a su tío "que hizo la guerra" (sic)- "la gente de la gorra", diferenciada de "los ciudadanos corrientes". Explica el desinformador:

Llevan gorra los militares y los policías, aquellos a los que el Estado encarga eso que los manuales de ciencia política denominan -asépticamente- el monopolio de la violencia legítima.

Nos cuenta Álvaro que fueron el representante de la Policía Nacional y el de la Guardia Civil -"sin gorra y vestidos de paisano"- quienes sembraron cizaña contra el mayor de los Mossos d´Esquadra, Josep Lluís Trapero, para quien la Fiscalía solicita once años de cárcel por rebelión en otro juicio, a pesar de que -la desinformación exige mezclar medias verdades inconexas- "lideró la respuesta policial a los atentados yihadistas en Barcelona y Cambrils del 17 de agosto del 2017". Apelando a sus poderes de clarividente, el desinformador remata:

Se nota en el aire que Trapero es considerado algo cercano a un traidor por los jefes de los otros cuerpos.

¿No capta Álvaro en la tierra, más que en el aire, algún motivo por el que los jefes de los otros cuerpos pueden sustentar esta sospecha de traición, ajena a los hechos del 17 de agosto?

Comparecencia demoledora

La jornada del juicio concluyó, el viernes 8, con el mazazo que Manel Castellví, exjefe de la comisaría general de Información de los Mossos, descargó contra el entramado de falacias sobre el que descansa la defensa de los golpistas. El desinformador envuelve esta comparecencia demoledora en algodones, describe al testigo como "bastante nervioso (…) se sabe lejos del Minotauro, caminando sobre cristal (…) cariacontecido", y cambia la verborrea insidiosa de su relato por un escueto: Los Mossos advirtieron a Puigdemont que era mejor no celebrar el referéndum.

No aparece, en la crónica expurgada, la palabra "violencia", cuando fue la presencia ubicua de esta amenaza, el 20-S, el 1-O, el 3-O, y en todas las algaradas tribales, la que despertó la preocupación de Castellví. De Castellví y de su compañero Emili Quevedo, máximo responsable de la Comisaría General Técnica de Planificación de la Seguridad de los Mossos. Incluso, en su respuesta a una oportuna pregunta del juez Manuel Marchena, la del imputado mayor Trapero, sobre quien recae la sospecha de que fue otro engranaje de la maquinaria subversiva (El Confidencial, 15/3).

En su segunda comparecencia, el lunes 11, Castellví agregó una coletilla a su primera declaración, a la que la prensa impresa y digital no subvencionada había dedicado extensos comentarios. Sin retractarse de lo dicho anteriormente, premió con un sorpresivo certificado de vocación pacífica a la ANC y Òmnium, y dejó en el limbo prenatal a los CDR. Un tuitero suspicaz se preguntó, evocando la macabra escena de El Padrino, de qué raza era el caballo cuya cabeza, depositada premonitoriamente sobre su almohada ese fin de semana, hizo que el voluble testigo edulcorara, entre el viernes y el lunes, su versión de lo sucedido con ese añadido complaciente.

Operación tramposa

El activista que desinforma echa carnaza a las aves carroñeras. Por el contrario, el periodista que informa denuncia los efectos nefastos de esta operación tramposa. Es lo que hace Santiago Tarín ("Consecuencias de confundir Gobierno y Estado", LV, 10/3):

Epílogo indeseable: Castellví, Millo y Del Toro han sido crucificados en las redes sociales por sus testimonios. Se los ha vejado e incluso amenazado. Hay gente que usa las redes como la nueva Inquisición para vilipendiar a los que no hacen lo que quieren. Es para reflexionar.

Eso, reflexionemos. Ya había advertido el fiscal que quienes chocan en Cataluña con los intereses del Politburó supremacista deben adoptar precauciones especiales.

Mientras tanto, Álvaro aprovecha la evidencia palpable de la estafa masiva que ha destapado el juicio, para aconsejar una vez más a sus cofrades golpistas que actúen sin prisas imprudentes y midiendo sus fuerzas, porque con el poder del Estado no se juega. Consejo táctico que cae en saco roto, porque los cabecillas incorregibles del alzamiento no se cansan de proclamar -desde el banquillo de los acusados, desde el trastero de la Generalitat y desde el trono imperial de Waterloo- que si vuelven a contar con un Gobierno cómplice reincidirán en los delitos que el Tribunal Supremo les imputa.

De los ciudadanos depende que el Gobierno cómplice con el que los golpistas cuentan en la actualidad caduque definitivamente el 28-A.

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