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Eduardo Goligorsky

El peligro de la ortodoxia

Alarma que en una situación de vida o muerte para España algunos formadores de opinión encuentren argumentos para disparar fuego amigo contra Cs.

Alarma que en una situación de vida o muerte para España algunos formadores de opinión encuentren argumentos para disparar fuego amigo contra Cs.
La plana mayor de Cs, la noche del 26-J | Flickr/Ciudadanos

España hace equilibrios sobre el filo de una navaja llamada investidura. En Cataluña, una ensoberbecida camarilla antisistema y belicosa lleva la batuta del alzamiento contra las leyes nacionales e internacionales, tirando los hilos del títere que ella misma entronizó en la Generalitat. El nuevo miembro del politburó de la CUP, Carles Riera, del núcleo duro de Endavant, es un firme partidario de la "construcción nacional de los Països Catalans", lo que implica la anexión de territorios españoles y franceses (LV, 17/9). Es el programa urdido por los verdaderos capos del proceso, para que la nueva república independiente rompa con la Unión Europea y exija al complaciente Ximo Puig que le entregue la Comunidad Valenciana.

Mientras la bomba de relojería desgrana su tic tac, dos partidos políticos –PP y C’s– negocian entre tiras y aflojas las vías para descolgarse de la navaja y sellar entre ellos y con hipotéticos socios el pacto de investidura, con la menor cantidad de heridas posible. El PSOE debate si será parte de la solución o del problema, y los buitres chavistas, colauistas y secesionistas afilan el pico listos para devorar, juntos o separados, los despojos del estallido, si este se produce.

Fuego amigo

Alarma que en una situación tan comprometida, se podría decir que de vida o muerte para España, algunos formadores de opinión encuentren argumentos para disparar fuego amigo contra Ciudadanos, Albert Rivera e Inés Arrimadas. Aclaro, desde ya, que no tengo ningún compromiso con C’s, más allá de que invité a votarlo en las dos últimas elecciones, con la salvedad de que antes lo había hecho por el PSOE y el PP y podría hacerlo en el futuro por estos o por otro partido liberal, laico y constitucionalista si lo hubiera y se justificara. Tampoco tengo ningún tipo de relación personal con Rivera, Arrimadas u otros dirigentes de C’s, aunque sí siento un gran afecto por algunos fundadores del partido, a los que además admiro por su larga y abnegada militancia a favor de las libertades y los derechos civiles en Cataluña, como parte de España.

Precisamente definí como el "Vademécum de la dignidad ciudadana" (LD, 14/2/2014) el libro Historia de la Resistencia al nacionalismo en Cataluña (Biblioteca Crónica Global, 2013), de Antonio Robles, uno de aquellos fundadores de Ciutadans, a quien califiqué y sigo calificando como "histórico protagonista e impulsor de todas las campañas que se libraron y se siguen librando para rescatar a Cataluña del Leviatán secesionista". Añadí que el libro será

un texto de consulta obligada tanto para los estudiosos como para los profanos que deseen conocer, por un lado, los entresijos de la trama pacientemente armada por los secesionistas para conquistar todos los resortes de poder y someter a quienes consideraban sus súbditos a un inescrupuloso lavado de cerebro que empieza en el parvulario y, por otro, la gradual contraofensiva de los ciudadanos aglutinados en asociaciones empeñadas en recuperar y salvaguardar sus libertades y los valores de la convivencia civilizada dentro de una sociedad abierta.

Un parto difícil

Robles no sólo no oculta los choques internos y las divisiones que marcaron el desarrollo del movimiento de resistencia al nacionalismo, ya fueran de naturaleza ideológica o personal, sino que los desmenuza con precisión quirúrgica y presenta un cuadro verídico, realista y rico en enseñanzas que ojalá sirvan para evitar la repetición de errores. Al fin nació Ciutadans, un parto difícil y una criatura polifacética que Robles evoca así:

El relato detallista de la historia de la Resistencia, se vuelve impresionista y sentimental con C´s. Sólo las pinceladas necesarias para explicar la llegada al Parlamento, la descripción de una campaña electoral que dio la vuelta al mundo, mi decisión de abandonar el acta de diputado y el relato, en capítulo aparte, de una de las convicciones que aún creo imprescindible para que el proyecto de una España de ciudadanos libres e iguales, triunfe: la fusión de C´s y UPyD, la Tercera España.

Temo que este fuego amigo sea producto de las tensiones preexistentes, que convirtieron la fundación de Ciutadans en un parto difícil, repito, cuyos pormenores proporciona Robles. La lectura de su libro obliga a pensar que, no obstante sus méritos y el coraje y los sacrificios de sus militantes, la Resistencia estuvo lastrada desde el vamos por un exceso de ortodoxias que engendraron una multitud de divisiones. No se explica de otra manera que hubiese tantos movimientos y asociaciones que luchaban por un mismo objetivo, dispersando sus fuerzas. Con un efecto esterilizante, del que da testimonio el fracaso de la anhelada fusión entre C’s y UPyD. Aunque la aproximación de Fernando Savater y Francisco Sosa Wagner desde UPyD a Ciudadanos, en el País Vasco, invita a recuperar el optimismo.

Ciudadanos es el fruto de aquella Resistencia, despojado de las ortodoxias que frustraron las iniciativas de sus predecesores. Es un partido político, no una onegé obsesiva, y por lo tanto tiene que adaptarse a las circunstancias. Y estas son muy distintas de las que imperaban cuando nació el partido. El nacionalismo del peix al cove se ha transmutado en un secesionismo furibundo dirigido entre bambalinas por revolucionarios de pacotilla, que han dejado huérfana a la clase media emprendedora. Miquel Roca i Junyent, Josep Antoni Duran Lleida, Joaquim Gay de Montellá, Antoni Fernández Teixidó, incluso el volatinero Santi Vila, miran con desprecio a la chusma descamisada que hace bajar los pantalones a los burgueses tránsfugas.

Las ortodoxias serían doblemente peligrosas si impidieran negociar con los numerosos descontentos. El frente nacionalista está resquebrajado y no podemos darnos el lujo de fracturar el nuestro. Hoy tenemos interlocutores. Si hasta La Vanguardia, que tantas veces tildé de "somatén mediático", ha dado un giro de 90 (no 180) grados.

La cabra de la Legión

¿Ha habido claudicaciones en Ciudadanos? No es serio reprochar a Arrimadas que se aparte del lenguaje ortodoxo de los veteranos. Arrimadas no es una resistente pata negra y debemos regocijarnos de que nouvinguts como ella se sumen a nosotros. Es lo que pretenden lograr los esquerranos con la pintoresca Súmate y no lo consiguen.

Incluir en el programa la enseñanza trilingüe, ¿implica abandonar la lucha contra la inmersión y desentenderse de los padres acosados porque exigen el castellano para sus hijos? Tres lenguas son más que una y su presencia pone fin a la inmersión… como muy bien lo entienden los talibanes de la Generalitat, que se conjuran para no aplicar la nueva ley cuando se promulgue (LV, 29/8).

El histrión Joan Tardà vociferó: "Si no vienen con la Legión, la inmersión continuará". En Estados Unidos, cuando el gobernador George Wallace intentó bloquear la entrada de dos estudiantes negros en la Universidad de Alabama, el 11 de junio de 1963, desobedeciendo una ley federal, el fiscal general adjunto telefoneó al presidente Kennedy y éste ordenó la intervención de la Guardia Nacional de Alabama. El general Henry Graham ordenó al gobernador que dejara libre el paso y éste se hizo a un lado de mala gana. Aquí bastará que venga la cabra de la Legión para que los iletrados secesionistas se hagan a un lado de mala gana y termine la segregación de dos lenguas cultas: castellano e inglés.

Virtudes del pragmatismo

Las pruebas de los efectos nocivos de la ortodoxia se multiplican en países amigos de larga tradición democrática. Jeremy Corbyn fue elegido para depurar el Partido Laborista británico de las lacras atribuidas al blairismo, pero con su retórica de rancia ortodoxia marxista lo está reduciendo a escombros. Bernie Sanders prometió divorciar al Partido Demócrata de Wall Street y estuvo a punto de entregar la cabeza de Hillary Clinton a Donald Trump, quien, dicho sea entre paréntesis, también abomina de Wall Street en sus soflamas populistas.

Ciudadanos adquirió, en su corto periodo de vida, la experiencia suficiente para reconocer las virtudes del pragmatismo. Recoge en su programa las enseñanzas de la Resistencia contra el nacionalismo, empezando por la de que no hay que repetir el error de dividir fuerzas ni el de espantar a posibles aliados. La Resistencia dejó un semillero de valiosas entidades que mantienen viva la llama de la oposición al secesionismo. Son muchas pero impotentes desde el punto de vista práctico. Ciudadanos encarna lo mejor de todas ellas, y si el fuego amigo provocara un desprendimiento, como fue Vox respecto del PP, o generara la creación de un nuevo partido competidor de C´s que le restara votos, como hasta ahora se los restó UPyD, quienes saldrían ganando serían, una vez más, aquellos que nunca se sintieron amenazados por la Resistencia fragmentada.

Es posible que Ciudadanos no deje satisfechos a los virtuosos perfeccionistas. El Partido Popular aun menos. Las pasadas fechorías de Rita Barberá producen indignación en las gente honesta. Pero la actual prepotencia totalitaria de Ada Colau entraña una amenaza mayor, que debería chocar con la rebelión de los demócratas. Hablando del contraste entre la corrupta Barberá y la agitadora Colau, recordemos que la historia es más benévola con los corruptos Medici, patrocinadores del Renacimiento, que con su contemporáneo fray Girolamo Savonarola, en cuyas hogueras purificadoras ardían los pecadores y sus obras de arte.

Hoy, la supervivencia de España y de sus valores depende del entendimiento entre los dos partidos consecuentemente constitucionalistas y de todos aquellos, si los hay, que abracen la herencia civilizada de la Transición. El fuego amigo no es correctivo, es suicida. Dejemos que lo practiquen los resentidos podemitas, socialistas y secesionistas.

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