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Eduardo Goligorsky

Un Mesías para Cataluña

Romper España con amor y abusar con amor de más de la mitad de los catalanes no deja de ser el colmo del esperpento.

Romper España con amor y abusar con amor de más de la mitad de los catalanes no deja de ser el colmo del esperpento.
Un momento de la entrevista de Évole a Junqueras | LaSexta

Tenemos un nuevo patrón para medir la decencia de los políticos, juzgándola sobre la base de la coherencia con sus principios y con sus promesas preelectorales. Angela Merkel dio el ejemplo cuando forzó la renuncia del presidente de la región de Turingia, del Partido Liberal, socio de la democracia cristiana, que acababa de ser elegido para el cargo gracias a los votos del partido de ultraderecha AfD (Alternativa para Alemania). La conducta impecable de la canciller alemana, que la impulsó a corregir la claudicación de su partido y de su socio aunque esto implicara una pérdida circunstancial de poder, la hizo acreedora una vez más -y ya son muchas- a una calificación sobresaliente en la escala de valores morales.

Sánchez, cero patatero

Es aleccionador comparar las virtudes modélicas que despliega la señora Merkel en su acción de gobierno, con las felonías a las que nos tiene acostumbrados el Tartufo que pernocta en la Moncloa. El doctor Pedro Sánchez, medido en la misma escala que le acredita un diez a la canciller alemana, naufraga en el cero patatero.

Los conciliadores argumentarán que no es lo mismo pactar con un partido ultraderechista de envergadura nacional que negociar con partidos regionales de raigambre democrática para involucrarlos en una investidura o en la aprobación de los presupuestos del Estado. Falso. Estos partidos no tienen raigambre democrática ni se circunscriben al ámbito regional. Son rémoras de tiempos feudales y los obsesiona la ambición de fundar una repúblika independiente de matriz totalitaria. La operación emprendida por el sanchismo y sus socios comunistas en estrecha colaboración con esta carcundia es tan peligrosa para la democracia española como lo sería el acceso al poder de la AfD para la democracia alemana.

Esta es la escoria

La trampa urdida por los embaucadores consiste en hacer creer al público desinformado que aquí el equivalente de la AfD es Vox. Nuevamente falso. Vox es el espantajo que sirve, como en los espectáculos de prestidigitación, para desviar la atención de la platea y colarle el truco. Aquí, el truco consiste en aplicar un barniz de respetabilidad al auténtico monstruo de la ultraderecha identitaria, compuesta por los supremacistas de la pureza étnica catalana, los xenófobos especializados en el odio a lo español que inculcan a niños y adultos, los fóbicos contra la lengua y la cultura del compatriota, los idólatras del guerracivilismo, y los enemigos acérrimos de la ley y la justicia. Más testimonios de ultraderechismo, imposible. Y esta es la escoria que Pedro Sánchez abraza para enrocarse en el poder. Cero patatero.

También puede parecer contradictorio que el primer gobierno de coalición entre sanchistas (me resisto a llamarlos socialistas) y comunistas haga depender su continuidad del apareamiento con el monstruo de la ultraderecha identitaria, gemela de la AfD alemana. Pero la clave está en la total falta de escrúpulos de los confabulados, que viven de espaldas a la realidad española en general y catalana en particular. ¿Qué les importa a los cabecillas del Frente Popular gobernante la suerte qué pueda correr la mayoría de los habitantes de Cataluña que no están embarcados en la cruzada secesionista?

Víctima de los bárbaros

Según el último sondeo de GAD3 para La Vanguardia (9-10/2) hay en Cataluña un 48,9 % de ciudadanos que dice "no" a la independencia contra un 44,1 % que dice "sí"; solo un 33,9 % se siente más catalán que español o solo catalán; un 73,7 % se siente en su propio país cuando viaja por el resto de España; en tanto que el 36,0 % habla mayoritariamente en castellano, el 30,7 % indistintamente tanto en castellano como en catalán y solo el 31,7 % mayoritariamente en catalán.

He aquí el retrato de la sociedad civilizada cuyos componentes plurales viven fragmentados por la dictadura tribal del conducator Quim Torra y sus compinches. Esta gentuza usurpa jerarquías propias de la jefatura de un Estado independiente, con el beneplácito del Gran Felón, que acude a rendirles pleitesía con la Agenda de la Rendición bajo el brazo. Una humillación que se completa cuando el primus inter pares Iván Redondo hace una reverencia cortesana al ensoberbecido anfitrión.

Una vez cumplido este trámite servil, el caradura tuvo la desfachatez de ir a pactar con la alcaldesa antisistema Ada Colau la cocapitalidad cultural y científica de Barcelona y Madrid. Pobre Barcelona, que brilló por su cosmopolitismo en los años sesenta y setenta del siglo pasado, y que ahora es víctima de los bárbaros que, con el visto bueno de Colau y su casta, proscriben la lengua común de los españoles en las aulas y los patios de las escuelas y en los rótulos de los comercios. Para contrarrestar este déficit, la Ciudad Condal se ha convertido en la Meca de narcotraficantes, atracadores, proxenetas, okupas, manteros e incívicos de todo tipo. Así postrada, solo puede compartir la capitalidad con los bajos fondos de Marsella.

El mesías presidiario

Esto no es todo. Hay más. El presidiario Oriol Junqueras, que ha hecho valer sus trece escaños para garantizar la continuidad del Gobierno sanchista-comunista, ha sido recompensado con la convocatoria de la mesa del trágala antiespañol, que contará con la presencia del topo del golpismo Pablo Iglesias como representante del Gobierno sumiso, en un clima tóxico de consultas ilegales, desjudicialización de los delitos flagrantes y desprecio a la Constitución y a la Monarquía parlamentaria.

Ahora, ese mismo presidiario ha sucumbido a la ensoñación mística. Y se ha ungido a sí mismo como Mesías al comunicarles enfáticamente a Jordi Évole y a cinco cámaras de televisión, desde el púlpito de Lledoners:

El junquerismo es amor.

Ya no se conforma con proclamar la independencia ni la repúblika. Hemos salido del marco político para entrar en el santuario del culto junquerista. Con un Mesías cuyos apóstoles tendrán la misión de combatir -con amor, eso sí- la herejía puigdemontana, y cuyos neófitos saldrán a predicar, envueltos en túnicas amarillas, por todos los rincones de los Països Catalans irredentos, la buena nueva de que "el junquerismo es amor". Romper España con amor y abusar con amor de más de la mitad de los catalanes no deja de ser el colmo del esperpento, que hace palidecer las barrabasadas de los Hare Krishna y de la iglesia de la Cienciología.

Un vagón de psiquiatras

Solo los pecadores incorregibles seguiremos pensando que quienes deben estudiar a los popes reincidentes del procés no son los sociólogos y politólogos, y tampoco los teólogos en el caso del mesianismo junquerista, sino los psiquiatras. Un vagón de psiquiatras, por lo menos, para tratar a tantos desquiciados.

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