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Eduardo Pedreño

Blogs y libertad

El desembarco del rígido formato papel en la absoluta libertad de publicación del weblog tiene difícil encaje, y Recoletos ha sido incapaz de lidiar con la deliciosa anarquía blogger

Últimamente están en todas partes. Los weblogs se han convertido con el paso de los años en un elemento fijo del media landscape de la Red, y ahora parece que por fin toca hacer caso a un fenómeno que, al igual que en sus comienzos ocurrió con los medios digitales, ha sido largamente ignorado por medios tradicionales e incluso muchos digitales. A día de hoy, muchos weblogs son ya un referente informativo para miles de internautas, y su fuerza se ha dejado sentir –por vía indirecta, todo sea dicho– en la vida política, en el mundo tecnológico o en el propio mundo de los medios.
 
La discusión histórica sobre los weblogs gira en torno a si son o no periodismo. Dice José Cervera que, periodismo o no, los weblogs son una forma de la sociedad de conversar consigo, y por lo tanto pueden ser algo diferente pero en cualquier caso cumplen la misma función. Pero incluso esta discusión se torna irrelevante cuando millones de personas han dado el paso de publicar su diario en la Red y el fenómeno ha traspasado todos los límites de un fenómeno minoritario o anecdótico. Yo quiero creer que un buen número de weblogs (no todos, ni el fenómeno en sí) son el estandarte de la reinvención de lo que el periodismo fue algún día y dejó de ser en algún punto del camino. Sin que en ningún momento se haya convertido en alternativa a los medios tradicionales. No creo que sea eso lo que pretenden.
 
Pero todos los atributos del weblog, todo su interés tecnológico y social, caen en segundo plano frente a lo me parece la mayor virtud del fenómeno. No es otra que la libertad. Hordas de periodistas sujetos a la disciplina de la redacción utilizan el weblog como válvula de escape en la que poder desahogar sus inquietudes sin tener en cuenta al público objetivo, las directrices o los intereses creados. No son los únicos profesionales, aunque sí tal vez los más paradójicos. Pero la absoluta libertad de publicación individual es un fenómeno sin parangón histórico que nos está empujando lenta pero inexorablemente a una nueva era en la que probablemente nuestro más inmediato medio de participación ciudadana pase por la redacción de un weblog (individual o colectivo) o la participación en medios análogos de participación virtual.
 
Al hilo de esta realidad, los servicios que permiten publicar un weblog gratuitamente se han multiplicado en los últimos años, particularmente en el panorama español. Inclusola publicación que dirijotiene en pruebasNeodiario, una aplicación gratuita más al servicio de quien quiera usarla. En las últimas semanas el recién nacido periódico gratuitoQue!(publicado por Recoletos) ha lanzado un servicio gratuito de weblogs con el que pretende alimentar su web y complementar su periódico. Una apuesta arriesgada y a priori admirable, hasta que se conocieron las condiciones del servicio (un buen análisisaquí), que eliminan toda frescura del servicio, establecen límites, controles, censura previa y todo tipo de pegas a la publicación de contenido. Quien quiera aceptar esas condiciones es muy bienvenido a hacerlo, es un servicio legítimo. Pero la realidad es que las normas de publicación deQue!suponen la negación misma de lo que supone el weblog en términos de libertad, su gran ventaja. El desembarco del rígido formato papel en la absoluta libertad de publicación del weblog tiene difícil encaje, y Recoletos ha sido incapaz de lidiar con la deliciosa anarquía blogger. Tal vez el servicio sirva para hacer llegar el fenómeno weblog a las masas, pero les hará llegar un servicio descafeinado, desnaturalizado y sin la mejor de sus virtudes.

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