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Diario de Verano: De Perejil a Gibraltar

Para rendirse, Rajoy ya tiene a Cataluña. En Gibraltar podría exhibir una cierta dignidad. Sin prisas, naturalmente. No vaya a salírsele el hombro.

No tengo mucha confianza en Mariano para manejar esta crisis de Gibraltar. Bueno, en realidad no tengo ninguna confianza en Mariano para manejar nada, pero esta movida agosteña en torno a la Roca y sus sicarios de dentro y fuera le vendría muy bien para mejorar su aperreada imagen. Siempre, claro, que estuviera dispuesto a emplearse en algo que parece la negación de la política: no negociar o no tener ninguna prisa en hacerlo.

Como no estoy en España, no sé cómo está presentando Moncloa el caso en los telediarios. Pero no tiene dificultad alguna: con el inicio del lanzamiento de bloques de hormigón, que por mucho que lo apadrine Greenpeace es una brutalidad, además de las zafias provocaciones a la policía española de los Defenders of Gibraltar y la acreditadísima complicidad de la policía gibraltareña en todas las actividades delictivas conocidas, especialmente en el narcotráfico, Mariano no sólo obligaría a callarse a los traidores de la izquierda ex-pañola, sino que le daba el veranito a Cameron.

Es fácil presentar todos los gestos unilaterales de (estúpida) buena vecindad de España en los últimos treinta años. Es fácil probar cómo, en pago, estos ladronazos se han ido adueñando del terreno del istmo que no les pertenece. Es fácil mostrar la actividad delictiva que constituye la única industria de Gibraltar. Es facilísimo ir a los archivos de TVE y sacar las imágenes de un brillante reportaje en Informe Semanal, si mal no recuerdo, en el que se veía a las planeadoras de los contrabandistas huir de las lanchas de la Guardia Civil y refugiarse en la Roca. Es fácil recordar, en fin, que por mandato de la ONU Gran Bretaña debe descolonizar Gibraltar y devolvérselo a su legítimo dueño, o sea, España. Con el colofón de la ignominiosa entrega de Hong Kong a China, no habría que explicar más.

Aunque tal vez a Mariano, en su marianidad profunda o subterránea, le resulte más fácil recordar la reconquista al moro del Pedrusco de Perejil. Mucho protestó la izquierda y mucho se burlaron de las cursiladas navales de Trillo, pero el respaldo popular a Aznar fue abrumador. Total, para rendirse, Rajoy ya tiene a Cataluña. En Gibraltar podría exhibir una cierta dignidad. Sin prisas, naturalmente. No vaya a salírsele el hombro.

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