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Emilio Campmany

¿Cómo echar a Maduro?

Si los poderosos militares venezolanos no derrocan al dictador, la presión popular en la calle será incapaz de hacerlo.

Si los poderosos militares venezolanos no derrocan al dictador, la presión popular en la calle será incapaz de hacerlo.
EFE

A estas alturas no merece la pena escandalizarse por el infame comportamiento del Gobierno español en la crisis venezolana. Zapatero ha estado durante años avergonzándonos con su esfuerzo por apuntalar al régimen chavista con la connivencia y el apoyo de los Gobiernos del PP y del PSOE. Vaya usted a saber qué oscuros intereses tienen ambos para proteger esta criminal dictadura comunista.

Pero, aunque no se pueda contar con España, ¿hay manera de deshacerse de Maduro con el menor coste de vidas humanas posible? La cúpula militar venezolana dice respaldar al dictador. Pero eso no quiere decir que no pueda cambiar si se le ofrecen suficientes incentivos para hacerlo. En Washington se plantean prohibir las importaciones de petróleo venezolano, cuyos ingresos se reparten las elites del régimen. Prometerles que las compras volverán cuando acepten a Guaidó es una manera de premiar la caída de Maduro. Sin embargo, el problema estriba en que esas élites ya no sólo se enriquecen con el petróleo, sino también con negocios criminales, especialmente el narcotráfico. Es evidente que esos ingresos desaparecerán en todo caso cuando Maduro caiga. No sólo, sino que miembros de la clase dirigente venezolana podrían dar con sus huesos en la cárcel por sus delitos o, peor aun, verse extraditados a Estados Unidos si el régimen perece. Es difícil encontrar incentivos suficientes para que toleren o apoyen la remoción de Maduro. Sería necesario congelar todos sus activos en el exterior. Pero eso necesita de al menos la colaboración de la Unión Europea, y ya vemos cuál es la actitud española. Y a esas élites que hay que presionar siempre les quedarían los paraísos fiscales.

Si los poderosos militares venezolanos no derrocan al dictador, la presión popular en la calle será incapaz de hacerlo. Estando como está dispuesto el régimen, con el apoyo de los agentes cubanos, a reprimir tanto como sea necesario el levantamiento popular, sin ayuda militar exterior, no podrán desembarazarse de él. Pero ¿es posible esta ayuda? Trump tiene encima de la mesa la opción de intervenir militarmente. Y es posible que esté deseando que Maduro actúe contra sus diplomáticos, que no abandonarán el país a pesar de la orden dada por Maduro, para tener una excusa para hacerlo. El problema es que Rusia ha hecho muy serias advertencias contra tal intervención, aparte de que ha hecho una importante inversión en Venezuela y es lógico que no quiera perder las ventajas geopolíticas que tal inversión le renta. ¿Se limitaría a protestar si Estados Unidos interviniera? Es posible, pero no será gratis. En algún sitio, probablemente Oriente Medio, tendrá que pagar Washington la neutralidad rusa si es que Putin está dispuesto a quedarse de brazos cruzados. Pero ¿está Washington dispuesto a pagar ese precio? Está por ver.

De momento, a lo que asistimos es a la actuación de un héroe que encabeza una acción dirigida a librar a su país de una dictadura comunista terrible y que es probable que le cueste la vida si entre todos no se ejerce la suficiente presión para que quienes mandan en Venezuela derroquen a Maduro. Por eso la cobarde actitud de Sánchez y Borrell raya lo criminal.

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