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Emilio Campmany

Cordón sanitario a Arrimadas

En la votación de los miembros de la Mesa del Congreso, la única víctima de un cordón sanitario ha sido quien menos lo merecía, el partido centrista.

En la votación de los miembros de la Mesa del Congreso, la única víctima de un cordón sanitario ha sido quien menos lo merecía, el partido centrista.
Inés Arrimadas | EFE

Si los amores se construyen con obras y no con buenas razones, la formación de la Mesa del Congreso es un buen ejemplo de los amores que cada partido tiene en función de sus obras, muy diferentes a sus razones. La hipertrofiada representación que tendrá Podemos en la Mesa tiene dos culpables: el PSOE y Vox. Para ambos partidos ha primado no tanto su presencia en el órgano de gobierno de la cámara como la ausencia en él de Ciudadanos. Que el PSOE tema a los naranjas y quiera ningunearlos es lógico, si se considera la posibilidad de que intenten virar a babor y dirigirse a los caladeros del PSOE. Pero no sólo. Está la necesidad de destruir al partido fundado en Cataluña para que los muchísimos votos que cosechó en las autonómicas retornen al PSC cuando se disuelva el Parlamento catalán en unas semanas y vuelva a haber allí elecciones. Para el PSOE, depender de Podemos en las votaciones de la Mesa es un precio asumible a cambio de difuminar la visibilidad de Ciudadanos.

Vox también tiene buenos motivos para querer aislar a Ciudadanos. Si, como explican las encuestas, muchos de los votos que fueron a la buchaca de Vox provenían de Ciudadanos, no es descartable que, según vengan las cosas dadas, esos electores vuelvan al Ciudadanos de Inés Arrimadas. Ésta puede ser tan enérgica en la defensa de la unidad de España como cualquiera de los dirigentes de Vox, y es capaz de hacerlo de una manera mucho más eficaz si de una vez tenemos la oportunidad de volver a oír su voz. De todas formas, la voluntad de perjudicar a Ciudadanos no es lo único que ha contado. Parte del encanto de Vox es su imagen de San Sebastián asaeteado por los demás partidos, incluidos los más próximos, siempre sitiado con acusaciones falsas, siempre obligado a defenderse con gesto adusto y entrecejo fruncido. Esta imagen no puede conservarse si a las primeras de cambio se aviene a negociar puestos para los suyos como un partido más. En este sentido, para acrecentar su imagen de víctima, lo que mejor le habría venido es que el PSOE y PP hubieran conspirado para dejarle fuera de la Mesa. Aparentemente, ha sido Casado el que no ha querido, pero los socialistas podrían haberlo conseguido sin necesidad de la participación de Génova. Y, sin embargo, no lo hicieron porque prefirieron darle una silla a Vox antes que a Ciudadanos.

El caso es que, en la votación de los miembros de la Mesa del Congreso, la única víctima de un cordón sanitario ha sido quien menos lo merecía, el partido centrista. Se alegará que, con sólo diez diputados, no puede extrañar que se haya quedado fuera. Sin embargo, los comunistas, que por el mero hecho de serlo deberían haber sido objeto de ese cordón sanitario, han colocado a tres de los suyos teniendo tan sólo 32 escaños. Lo han logrado gracias a los independentistas, por supuesto, y gracias al PSOE, desde luego. Pero también gracias a la impostura de Vox. Obras son amores.

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