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Emilio Campmany

De Florencia a Viena

Parece imposible que la patria de Maquiavelo y los Medici pueda dar un político tan torpe. A lo mejor es que no lo es tanto.

Parece imposible que la patria de Maquiavelo y los Medici pueda dar un político tan torpe. A lo mejor es que no lo es tanto.
Matteo Renzi | Efe

Que un político florentino como Renzi convoque un referéndum que puede perder es algo tan raro como un Ferrari verde. Parece imposible que la patria de Maquiavelo y los Medici pueda dar un político tan torpe. A lo mejor es que no lo es tanto. También ha sido acusado de pretender con su reforma dar al Gobierno poderes dictatoriales. Lo dice el The New York Times, que advierte de lo peligroso que puede ser un reforzamiento del Ejecutivo en un país donde han gobernado tipos como Benito Mussolini o Silvio Berlusconi (apréciese la sutil equiparación). La verdad es que la reforma no es muy democrática, aunque en un sentido diferente. En ella se recurre a una fórmula de democracia orgánica para la elección del Senado con la que, de aprobarse, sus miembros serían elegidos por instituciones regionales y no por sufragio universal.

La cuestión es que lo que pretende Renzi no es poner al día la Constitución. Si fuera eso, sería cierto que estaba actuando con torpeza atando su futuro político a una reforma de tan escaso calado. Lo que quiere conseguir el político florentino por medio del referéndum es un plus de legitimidad con el que controlar la futura ley electoral. Por eso ha amenazado con dimitir en caso de victoria del no y ha provocado que la prima de riesgo italiana se dispare hasta los 190 puntos. Está tratando de chantajear a sus compatriotas para que le respalden y le den un cheque en blanco. Para evitarlo, sus adversarios hacen campaña por el no. En esto, las bondades o defectos de la reforma constitucional no desempeñan ningún papel.

En consecuencia, es probable que, aunque pierda, Renzi no dimita. Simplemente, no podrá influir en la reforma electoral tanto como a él le hubiera gustado. No obstante, aunque ganara el no y dimitiera, tampoco se caería el mundo. Se nombraría un Gobierno de técnicos para entenderse con Bruselas, se haría igualmente una reforma electoral que dificultara a los populistas del Movimiento Cinco Estrellas el acceso al poder y los italianos seguirían más o menos a lo suyo.

Mucho más importante es la aplazada segunda vuelta de las presidenciales austriacas, prevista para el mismo día del referéndum italiano. Es la segunda vez que se celebran, después de las irregularidades detectadas esta primavera en el voto por correo y que privaron al candidato de la derecha de la victoria. El escándalo fue tal que los tribunales se vieron obligados a anular la segunda vuelta y ordenar que se volviera a celebrar este domingo, día 4. Norbert Hofer es acusado de populista por estar en contra de la inmigración musulmana, mientras su rival, el verde Alexander van der Bellen, es presentado como modelo de moderación y ecuanimidad por acusar a su rival de ser un nazi y defender su candidatura con un vídeo en el que una superviviente anónima de Auschwitz se declara horrorizada ante la posibilidad de que vuelvan los campos de concentración.

¿Y aquí? Aquí, como siempre, con Rajoy subiendo los impuestos.

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