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Emilio Campmany

El candidato reacio y el rey

En Zarzuela han de estar atentos a cualquier maniobra monclovita después de que Iglesias diga que está dispuesto a votar a Sánchez.

En Zarzuela han de estar atentos a cualquier maniobra monclovita después de que Iglesias diga que está dispuesto a votar a Sánchez.
Pedro Sánchez y el Rey | EFE

A estas alturas, es evidente que Sánchez no quiere ser investido y prefiere ir a unas elecciones que le otorgarán más vigor parlamentario. También se hace cada vez más obvio que a Iglesias le conviene cualquier cosa, incluso hacer a Sánchez presidente gratis total, antes que permitir que se celebren esas elecciones en las que lo previsible es que se dé un batacazo. Es palpable, y debería ser una preocupación para el PSOE, el entusiasmo con el que PNV y ERC están dispuestos a hacer presidente a Sánchez si Iglesias da, como seguramente hará en el último minuto, su brazo a torcer. La única dificultad que tendría entonces Felipe VI para proponer como candidato a Sánchez sería la negativa de él mismo a serlo, si es que tiene el valor de cerrarse en banda.

Si dicha negativa se hiciera pública por medio de una rueda de prensa o similar, el rey se quedaría sin margen de maniobra y no tendría otro remedio que convocar elecciones llegado el día. Pero en ese caso Sánchez no podrá evitar tener que arrostrar la culpabilidad por el asesinato de la nonata legislatura al haberla dejado morir no obstante contar con los apoyos necesarios para ser investido. A nadie se le escapa que Sánchez jamás estaría dispuesto a hacer tal cosa debido al desgaste electoral que para él supondría. Si el rey, a la vista del consenso generado alrededor de la persona de Sánchez, iniciara una última ronda de consultas poco antes de expirar el plazo, tendría que reunirse con el propio Sánchez, y éste debería transmitirle su deseo de no ser investido. Tal comunicación se trasladaría de un modo u otro a la prensa y Sánchez tendría que igualmente aceptar la responsabilidad del fracaso. De manera que lo más probable es que la Moncloa, de producirse la rendición de Iglesias, maniobre para que la Zarzuela no inicie ninguna consulta y el rey deje que la legislatura expire de muerte dulce, como en el mus. De esa manera, podría de un modo u otro ser presentado Felipe VI como el responsable de que tenga que haber unas nuevas elecciones, al no haber sido capaz de hacer las consultas y la propuesta a tiempo. La maniobra no engañaría a todos, ni siquiera a la mayoría, desde luego, pero sí a una cantidad considerable de españoles.

No debe Felipe VI permitir tal cosa. Haya o no suficientes consensos, debe intentar, como obligación suya que es, una última ronda de consultas y comprobar de primera mano si hay o no acuerdo sobre un candidato. Y como es lo más probable, de haberlo alrededor del actual presidente en funciones, ha de exigirle que acepte ser investido. En caso de negarse, debe quedar bien claro que las nuevas elecciones se convocan por el exclusivo capricho de Pedro Sánchez. En Zarzuela han de estar atentos a cualquier maniobra monclovita que Iván Redondo pretenda poner en marcha el día después de que Iglesias diga públicamente que está dispuesto a votar sí al reacio Sánchez.

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