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Emilio Campmany

El damero encarnado

En España se da la peculiaridad de que, cuando quiere un partido contra la casta, a la izquierda no le gusta que sea moderado.

En España se da la peculiaridad de que, cuando quiere un partido contra la casta, a la izquierda no le gusta que sea moderado.
C.Jordá

De la misma manera que el PSOE no puede dedicarse a redondear mayorías de Podemos allí donde eso sea posible sin arriesgarse a ser engullido por los radicales en la próximas elecciones, tampoco Podemos puede completar las mayorías del PSOE donde le sea necesario como otrora hiciera Izquierda Unida sin aceptar el riesgo de correr la suerte de ésta. En España se da la peculiaridad de que, cuando quiere un partido contra la casta, a la izquierda no le gusta que sea moderado, como de hecho era UPyD, sino que lo quiere radical. ¿Por qué? No tengo ni idea. Es como si teniendo un BMW de ya muchos años y estando harto de que se rompa, uno prefiere cambiarlo por un Trabant en vez de por un Mercedes. El caso es que ser un partido de extrema izquierda y a la vez opuesto a la casta tiene la complicación de que, fuera de los casos en que logre tener mayoría absoluta, para gobernar tan sólo tiene como posible aliado al PSOE. Difícilmente podrá mantenerse el discurso de que se ha venido a oponerse a la casta si luego lo que se hace es apoyarse en el PSOE, o peor, auparlo.

Dicen los de Podemos que su fin primero es desalojar al PP del poder. Está muy bien. Pero ése no es un programa regenerador. Eso lo viene queriendo Izquierda Unida desde que Julio Anguita se jubiló. Podrán alegar que en su imaginario el PP es más casta que el PSOE, que los socialistas no dejan de ser unos rojos casi tan rojos como ellos que un día cayeron en la tentación de la corrupción, pero que son básicamente recuperables y que el PP en cambio es la derecha, intrínsecamente corrupta y mala de nacimiento. Estupendo, pero no deja de ser un fraude a la cuna indignada donde a Podemos le cambiaron los primeros pañales. Es verdad que la mayoría de sus votantes no son más que los mismos extremistas que, teniendo tendencias abstencionistas, en 2008 salvaron el trasero a Zapatero y luego lo abandonaron a su suerte, cuando dos años más tarde se bajó los pantalones ante los mercados. Es comprensible que, en trance de tocar poder, tenga prioridad lo colorado frente a lo regeneracionista. Pero los votantes de Podemos no salen sólo de la extrema izquierda. Muchos de ellos se han creído de verdad que Podemos quiere dar a España una democracia más representativa. Éstos no entenderán que ese viaje pueda emprenderse en el mismo vagón donde viaja el PSOE que un día montó el GAL y luego robó el dinero de los parados.

La única ventaja que puede tener para Podemos formar un bloque de izquierdas con el PSOE es que podría así aparentar que está dispuesto a integrarse en el sistema dándole la razón a Margallo y quitándosela a Esperanza Aguirre. Pero aun eso tan sólo serviría para tranquilizar momentáneamente a quienes no le votan, si como el ministro de Exteriores se dejan engañar, y defraudar a quienes sí lo hacen. En fin, ellos sabrán.

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