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Emilio Campmany

Gana Caja Madrid y sucederás a Rajoy

Quien de los dos controle Caja Madrid ofrecerá además entre sus virtudes la posibilidad de obtener de la entidad un dinero que el otro estaría imposibilitado de lograr.

Alberto Ruiz Gallardón y Esperanza Aguirre llevan meses librando una cruentísima batalla por Caja Madrid. Se discute la legalidad de los nuevos estatutos, a quién corresponde elegir a los consejeros que el Rey ha renunciado a nombrar y, en definitiva, cuál de los dos prebostes madrileños señalará a la persona que presidirá la entidad financiera. Este jueves, un internauta llamado Andrés le preguntó a Alberto Ruiz Gallardón en los encuentros digitales de elmundo.es (quién te ha visto y quién te ve): "¿Qué tiene Caja Madrid para que Rajoy, Aguirre y usted se estén peleando por controlarla?". Naturalmente, el alcalde no contesta a la pregunta. Humildemente, trataré de hacerlo yo.

Todos sabemos que las campañas electorales las pagan las entidades financieras. Normalmente, no prestan más de lo que los partidos pueden devolver. Pagan con el dinero que reciben del Estado en función de los resultados que obtienen. Gracias a unas costosísimas encuestas, los bancos saben más o menos cómo va a quedar cada cual. Su secreto para no perder dinero consiste en no dar más de lo que los partidos, en función de esos resultados, podrán restituir. Si la encuesta estuvo bien hecha, no habrá problema en recobrar lo dado. En algunas ocasiones, sin embargo, por motivos diversos, las entidades financieras prestan a fondo perdido, a sabiendas de que una parte de lo que entregaron no se podrá recuperar. En estos casos, la gestión personal del candidato afectado es esencial.

Para bien o para mal, el mucho o poco dinero que un partido puede gastar en unas elecciones casi siempre influye en el resultado. Cuánto más numerario se tenga para gastar, mejor. Por eso, cuando la dirección de un partido tiene que elegir cabezas de lista, las posibilidades que tengan los candidatos de obtener préstamos suplementarios son algo importante a considerar.

Si se abriera la sucesión de Rajoy, la dirección del Partido Popular tendría que proponer a un nuevo aspirante a la presidencia del Gobierno. Los únicos que hoy día cuentan en esa sucesión son Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz Gallardón. La primera tiene a su favor la simpatía de las bases del partido y del electorado del PP. El segundo ofrece la posibilidad, que parece más bien un espejismo, de rebañar votos por la izquierda sin perderlos por la derecha. Quien de los dos controle Caja Madrid ofrecerá además entre sus virtudes la posibilidad de obtener de la entidad un dinero que el otro estaría imposibilitado de lograr. En caso de estar igualados, ganará quien controle Caja Madrid.

No obstante, ni siquiera en el caso de que Esperanza Aguirre venciera la batalla por la entidad tendría garantizada la sucesión, caso de que llegara a abrirse. Sucede que su adversario disfruta de unas inmejorables relaciones con todas las constructoras importantes del país. Es mucho el dinero que han ganado gracias a las faraónicas obras que venimos soportando los madrileños y pueden estar dispuestas a devolver de alguna manera el favor y compensar la desventaja de que Gallardón no controle Caja Madrid. Las constructoras no son bancos, pero pueden mucho y tienen buenas relaciones con ellos. Por eso, el alcalde, en última instancia, está dispuesto a que sea Rajoy quien tercie y sea él quien dé el nombre del nuevo presidente. Una Caja Madrid neutral significaría para Gallardón casi una victoria. Como ven, todo muy democrático.

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