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Emilio Campmany

Jetas y tontos en inglés

Está claro que el tipo se ha creído, porque es tonto o porque ha cobrado por creerlo, que en Cataluña son todos independentistas.

Está claro que el tipo se ha creído, porque es tonto o porque ha cobrado por creerlo, que en Cataluña son todos independentistas.
Foreign Affairs

Es quizá perdonable que un enviado especial a España, apremiado por la obligación de informar, se deje intoxicar por los separatistas catalanes. No lo es en absoluto que la más prestigiosa revista de asuntos internacionales, Foreign Affairs, publique un artículo sobre España con más tonterías y falsedades que palabras. Me refiero al que ha publicado Omar G. (de Guillermo) Encarnación el 5 de febrero, titulado "Why Spanish Nationalism Is on the Rise". Su objetivo es denunciar que Mariano Rajoy se ha subido a lomos de ese nacionalismo para, reaccionando duramente al intento secesionista catalán, ampliar su base electoral conservadora y poner en la picota a sus adversarios de la izquierda. Naturalmente, el análisis da risa porque lo que está ocurriendo es lo contrario, que la tibia respuesta de Rajoy a la intentona secesionista está haciendo que parte de su base electoral le abandone.

Pero, aparte la tontería central, la pieza está festoneada con muchas otras periféricas. El atolondrado autor enlaza el resurgente nacionalismo español con el franquismo, aunque reconoce que en España no hay extrema derecha y que quienes se manifiestan con la bandera española a favor de la unidad de España rechazan ir de la mano de grupúsculos extremistas. No sólo, sino que también admite que ese nacionalismo español resurgente no defiende nada de lo que defienden los nuevos partidos de extrema derecha europeos en relación con la inmigración, la globalización y demás. ¿Entonces? Entonces, nada. Insiste en que este nacionalismo español tiene reminiscencias franquistas. Y se funda en que muchos de estos nuevos nacionalistas corean el "Arriba España" falangista. La falsedad del fundamento hace que sea superfluo argumentar contra la conclusión que de él extrae.

Otra de las muchas tonterías que se dicen en el artículo es que el nacionalismo español rampante ha prolongado la crisis en Cataluña creando un ambiente político que hace difícil que la Administración central pueda llegar a un compromiso con Cataluña. Aparte la errónea identificación de Cataluña con quienes no son más que una parte de ella, lo ocurrido es exactamente lo opuesto. Ha sido la radicalidad del movimiento separatista catalán, inasequible a ningún compromiso, la que ha hecho resurgir el sentimiento nacionalista en muchos españoles cuyas ideas, en cuanto a lo demás, nada tienen que ver ni con el franquismo ni con la extrema derecha.

Está claro que el tipo se ha creído, porque es tonto o porque ha cobrado por creerlo, que en Cataluña son todos independentistas. Lo prueba que considere una cosa rara entre las raras (oddly enough) que Ciudadanos, no obstante ser un partido nacido en Cataluña, se oponga a la independencia de la región. Y olvida de forma groseramente culpable reseñar que ese partido no sólo se opone a la independencia de Cataluña, sino que, precisamente por el vigor con el que lo hace, ha sido el más votado en las recientes elecciones catalanas.

Pase que haya en Estados Unidos jetas que pretendan, gracias a su apellido español, saber todo de los países de habla hispana, incluido el nuestro. Lo que no tiene pase es que en el Council on Foreign Relations haya tontos que se lo crean. Al menos, consuela saber que en todos sitios, no sólo aquí, abundan los caraduras y los necios.

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