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Emilio Campmany

Los futbolistas no tienen derechos

¿Pero qué se han creído estos niños mimados? ¿Sindicalistas?

¿Pero qué se han creído estos niños mimados? ¿Sindicalistas?

La Audiencia Nacional ha puesto finalmente las cosas en su sitio. Los futbolistas, niños mimados que ganan millonadas, pretendían ponerse en huelga a consecuencia de un decreto del Gobierno que les perjudica fiscalmente. Aun siendo cierto que el derecho a la huelga está reconocido constitucionalmente, es evidente que en este caso era intolerable que los futbolistas pretendieran ejercerlo. Lo explica paladinamente la Audiencia. Por una parte, está claro que la huelga no tiene motivos laborales, sino que se trata de una huelga política que lo que pretende es oponerse a un decreto del Gobierno. En España, el derecho de huelga no ha sido regulado porque su ejercicio ha sido habitualmente tan pacífico que no ha sido necesario. No obstante, hay general consenso en que las huelgas no son legales cuando se ejercen por motivos políticos. Y ya se sabe que aquí nadie, ni partidos ni sindicatos, ha jamás osado iniciar una huelga para desafiar al Gobierno y sólo se han convocado por razones estrictamente laborales. En las escasísimas ocasiones en que algún sindicato u organización ha caído en la tentación de promover una con distinta motivación, la Justicia ha actuado con la misma celeridad y contundencia que hoy para prohibirla y obligar a los desafiantes trabajadores a trabajar.

En este caso, además, había intereses que estaban muy por encima de los de los futbolistas. De haberse celebrado finalmente la huelga, como muy bien explica la Audiencia,

el campeonato no hubiera podido concluir en las fechas previstas, provocando un gravísimo desorden administrativo cuya resolución hubiera sido muy difícil de resolver por los compromisos internacionales de España y de los propios clubes, así como las propias fechas de vacaciones de los futbolistas.

Una cosa es que no funcione el transporte público, que los mineros se enfrenten con bazucas caseros a la Guardia Civil, que se sellen con silicona las cerraduras de tiendas y oficinas, que se acampe durante meses en la Castellana, que se impida el acceso a los puestos de trabajo de los esquiroles, que es cosa que entra perfectamente dentro de lo normal, lo razonable y de los derechos de los trabajadores que deseen hacer huelga, y otra muy distinta es pretender dejar a España sin fútbol y sin cumplir sus muy relevantes compromisos en un campo tan extraordinariamente importante como la competición internacional. Hay líneas rojas que de ninguna manera pueden sobrepasarse, y los futbolistas deberían saberlo.

Así que, en esta España barrida por el ultraliberalismo, asolada por los mercados, arrodillada frente a los poderes económicos internacionales, todavía hay un halo de dignidad y se impide a estos niños malcriados abusar de un derecho del que, siendo en principio titulares, en realidad no lo son, porque bastante tienen con que les regalemos la vida como se la regalamos por darle patadas a un balón. De forma que, como diría Serrat, que dejen de joder con la pelota y se dediquen a lo único que saben hacer. Cuando sean iguales ante la ley, ya les avisaremos.

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