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Emilio Campmany

Pactar con el PSOE

Lo fantástico de todo esto es que tanto Casado como Rivera dan por hecha la docilidad de Abascal. Ya veremos...

Lo fantástico de todo esto es que tanto Casado como Rivera dan por hecha la docilidad de Abascal. Ya veremos...
Pablo Casado y Albert Rivera | EFE

Es probable que el centro-derecha, integrado por PP, Ciudadanos y Vox, gane las elecciones. PP y Ciudadanos esperan que se repita un escenario similar al andaluz y suponen que la Presidencia la ocupará el líder del partido que, de los dos, obtenga más escaños. El otro, el que quede segundo, será vicepresidente.

Como los electores de PP y Ciudadanos son en una gran proporción simpatizantes de los dos partidos, es esencial para Casado y Rivera arrebatar al otro tantos votantes como puedan. Por eso Casado acusa a Ciudadanos de querer pactar con el PSOE después de las elecciones para que quienes desconfían de Sánchez lo hagan también de Rivera y se decidan por el líder del PP. La acusación tiene fundamento porque Rivera intentó ya en una ocasión hacer a Sánchez presidente del Gobierno. La cosa no salió gracias a Pablo Iglesias, que se negó a respaldar ese pacto y prefirió que Rajoy conservara la Presidencia del Gobierno, pero la intención de Rivera fue inequívoca. Y precisamente por eso Rivera, ahora, con el respaldo unánime de su Ejecutiva, ha jurado, prometido y dado su palabra de que jamás de los jamases pactará con el PSOE. Primero dijo que no lo haría con Sánchez y luego, como ha visto que era poco, ha incluido a todo el partido en el veto.

Es evidente que Casado no tiene intención de llegar a un pacto de Gobierno con el PSOE, por mucho que el propio Sánchez no descarte tal posibilidad. Pero no es el más indicado para acusar a nadie de pactar con el PSOE, cuando él lo ha hecho siempre que le ha convenido en el corto espacio de tiempo que lleva de presidente del PP. Pactó en secreto, mientras echaba venablos desde su escaño contra Sánchez, el futuro Consejo General del Poder Judicial dándole la mayoría y, en consecuencia, el control sobre los futuros nombramientos al PSOE. Si aquello no cuajó no fue por el arrepentimiento de Casado, sino porque Manuel Marchena tuvo el buen juicio de cargarse la componenda antes de que soldara, avergonzado del mercadeo al que fue sometido su nombre. No sólo, sino que, mucho más recientemente, Casado ha pactado con el PSOE que no tengan que comparecer ante la comisión de investigación abierta en la Asamblea de Madrid por el caso Máster Cristina Cifuentes, la socialista Carmen Montón y él mismo. De forma que no es Casado persona que haga ascos a pactar con el PSOE cuando le conviene. Acusa a Sánchez de traidor a pleno pulmón y luego, bajo mano, pacta con él que no le saquen los colores en una comisión de investigación a cambio de que no se los saquen tampoco a una ministra. Y que del doctorado plagiado de Sánchez se hable lo menos posible.

Lo fantástico de todo esto es que tanto Casado como Rivera dan por hecha la docilidad de Abascal, porque cuentan con que no tendrá escaños suficientes para imponer nada y bastante tendrá con el favor que le harán dejándole hacer presidente a cualquiera de los dos. Ya veremos.

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