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Emilio Campmany

Para que te fíes de Montoro

Esta es la imagen que tienen de nuestro país en el extranjero. Un país que da preferencia a sus normas tributarias sobre las constitucionales.

Esta es la imagen que tienen de nuestro país en el extranjero. Un país que da preferencia a sus normas tributarias sobre las constitucionales.
Cristóbal Montoro | EFE

Al fin parece que Hervé Falciani tendrá el destino que se merece tras haber sustraído los datos de miles de clientes del banco suizo en el que trabajaba. Falciani trató de traficar con ellos y huyó a España porque era el país menos inclinado a extraditarlo. Y así fue. La Justicia española negó la entrega del delincuente alegando que de lo que se le acusaba en Suiza no era delito en España. Aquí, colaborar con la Agencia Tributaria, se dijo, no es delito. Cualquiera puede fácilmente intuir que en España es tan delito como en Suiza robar los datos de los clientes de la empresa para la que se trabaja para venderlos. La obligación de colaborar con la Agencia Tributaria no incluye la de robar archivos para ella.

Pero ¿por qué Falciani encontró refugio en España? Creímos que porque aquí, con tal de perseguir defraudadores, somos capaces de dar cobijo al peor de los delincuentes. Falciani fue incluso elevado a la santidad por Podemos, que lo consideró una especie de ángel exterminador de evasores digno de los mayores honores. Nada de eso. Con los datos proporcionados por Falciani, Hacienda recaudó algo más de doscientos millones de euros, una cantidad que cualquiera de nuestros muchos Gobiernos se gasta en media subvención para una empresa amiga. No sólo, sino que nadie fue encausado, investigado, procesado y mucho menos condenado gracias a los datos facilitados por Falciani. Hacienda le compró su lista a Falciani a cambio de no ser extraditado, no para perseguir evasores, sino para evitar que se hiciera pública. Vaya usted a saber quién aparecía en ella. Sabemos que estaban algunos Botín y que éstos, antes de que Hacienda pudiera iniciar ningún procedimiento y avisados vaya usted a saber por quién, regularizaron su situación. Pero siguen sin conocerse los nombres de todos los integrantes de la lista.

Ahora, una vez que Falciani ha sido condenado en rebeldía en Suiza, que la información que ostentaba en su poder ha sido controlada, exprimida en lo que se pudiera y ocultada en lo que perjudicara a políticos y empresarios amigos del poder, la voluble Justicia española ya no tiene tan claro que la conducta de Falciani fuera ejemplar y parece dispuesta a extraditarle. Resulta que es precisamente a Suiza a la que hay que pedirle la entrega de una de las golpistas huidas. Y se ha resuelto que, una vez desactivado, Falciani es prescindible.

Esta es la imagen que tienen de nuestro país en el extranjero. Un país que da preferencia a sus normas tributarias sobre las constitucionales, no tanto para perseguir el fraude fiscal como proteger el buen nombre de algunos evasores amigos del poder. Y que, después de haber beatificado a quien tanto hizo en beneficio de la financiación de la educación y sanidad españolas, lo entrega a la policía suiza para que lo encarcele por algo que en España, decía la Fiscalía, es un deber cívico. Para que te fíes de Montoro (y de Soraya).

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