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Emilio Campmany

Sánchez y el bulo

La propagación de bulos no se produce por generación espontánea, sino que es consecuencia de la falta de información.

La propagación de bulos no se produce por generación espontánea, sino que es consecuencia de la falta de información.
Pedro Sánchez | EFE

Parece muy natural que el Gobierno quiera combatir las noticias falsas en una situación de emergencia nacional. Sin embargo, la propagación de bulos no se produce por generación espontánea, sino que es consecuencia de la falta de información. La verdadera lacra por tanto es ésta, la ocultación, que es la que causa la extensión de bulos y no los bulos mismos. Para darse cuenta basta pensar en uno de los peor intencionados de estos días, el que relacionaba la venta de tests falsos con una empresa del yerno de José Bono. El bulo se extendió como la pólvora por las redes sociales, obligando al hijo del dirigente socialista a poner una denuncia ante la Policía para que se persiguiera a quien estuviera difundiendo esa mentira, tan lesiva para su marido y su familia. Demos pues por hecho que la noticia es falsa y que quien la divulgó carecía de pruebas. Se trata, pues, de un bulo de libro, paradigma de los que supuestamente quiere perseguir el Gobierno.

Sin embargo, el hijo de José Bono no se ha querellado contra nadie en concreto, a pesar de que es bastante fácil saber quiénes fueron los primeros en dar cuartos al pregonero. Lo que hizo en cambio fue denunciar el hecho para que sean las fuerzas del orden las que averigüen quién lanzó el bulo en las redes. Luego, el Gobierno pudo haber evitado la proliferación contando desde el principio qué empresa fue la intermediaria en la compra de los tests falsos. Tampoco se entiende que José Bono, uno de los pocos dirigentes de la vieja guardia del PSOE que respaldó la coalición con Podemos, no haya exigido al Gobierno la revelación del nombre del verdadero comisionista con el fin de evitar la circulación de infamantes bulos sobre su familia. Mucho más cuando el Gobierno no es que tenga la posibilidad de decirnos quién es el misterioso empresario, sino que tiene la obligación legal de hacerlo.

En las sociedades donde la información es realmente libre hay muy pocos bulos. Y los que se oyen suelen referirse a aspectos de la vida privada de personajes públicos que están o deberían estar fuera del escrutinio de la prensa y que no tienen otro objeto que alimentar una injustificada curiosidad. Si ahora hay en España bulos sobre cuestiones más serias, como es la compra con nuestro dinero de tests falsos, es porque el Gobierno oculta información y la multitud de medios que le son afines, especialmente las televisiones públicas y privadas, colaboran en esa desinformación. Esto, y no el propósito de derribar al Gobierno con noticias falsas, es lo que fomenta la transmisión de bulos. Si el general Santiago quiere realmente minimizar su reproducción, lo que debería hacer es obligar a Sánchez a proporcionar la información de la que dispone y no perseguir a quienes tratan, con mejor o peor intención, de enterarse de lo que está pasando, en vista de que el Gobierno no quiere que se sepa.

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