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Emilio Campmany

Por mitad de la barba

Es francamente asombroso hasta dónde puede llegar la perfidia de estos socialistas dispuestos a suicidar a la nación a cambio de un plato de lentejas.

Es francamente asombroso hasta dónde puede llegar la perfidia de estos socialistas dispuestos a suicidar a la nación a cambio de un plato de lentejas.
El secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos | EFE

Estamos todos pendientes de los torpes balbuceos de Lastra, de las falsas garantías de Ábalos, de las beatíficas sansiroladas de Calvo y de los burdos embustes de Sánchez. De las reuniones, los desencuentros y la vuelta a las reuniones. También de las palabras con cargador y cerrojo, del conflicto político, de la negociación sin líneas rojas, de la desjudicialización del problema. Lastra, la influencer, se encuentra una y otra vez con Rufián, el instagrammer, para hacerse fotos, colgarlas en internet y generar sinergias que aumenten exponencialmente el número de followers de una y otro. Calvo apela a la responsabilidad que todos, incluidos los independentistas, tienen de sacar a España adelante. O sea, que es Junqueras quien nos va a salvar de la crisis institucional que padecemos. ¿No hay alguien más ahí? Y Sánchez dice que negocia sometido a los límites de la Constitución. Que tenga que decirlo ya es prueba de que no lo está haciendo.

Es francamente asombroso hasta dónde puede llegar la insidia, la perfidia y la falsidia, que diría don Mendo, de estos socialistas dispuestos a suicidar a la nación a cambio de un plato de lentejas, servido por supuesto en la Moncloa. Pero, con ser todos estos cuentos burdas patrañas para que nos dejemos mansamente arrastrar a nuestro Tártaro particular a despeñarnos por él, no pasan de ser las más inocentes trolas comparadas con la que los socialistas propalan sotto voce. Les cuentan a quienes se vanaglorian de estar en la pomada, de tener franco acceso al off the record, de participar en cenáculos y corrillos, que no piensan cumplir las muchas ilegalidades y violaciones de la Constitución que prometerán a los independentistas una vez logre Sánchez ser investido. Y para que la falacia cuele mejor, la dejan en media verdad. Porque es cierto que ilegalidades no se cometerán. Pero no por incumplir sus promesas, sino por cumplirlas haciendo que sea legal lo que hoy es inconstitucional.

De forma heraclítea lo ha explicado Ábalos con un oscuro oráculo: "La negociación trata de encontrar cauces de expresión para que nadie tenga que recurrir a situarse fuera del ordenamiento jurídico". Un sacerdote délfico concluiría que lo que se pretende es que los separatistas continúen perpetrando delitos pero que no se les pueda perseguir penalmente por ello. Podía Ábalos haberlo dicho así, que se iban a suprimir los delitos de sedición, rebelión y malversación para que los independentistas pudieran robar y destruir España sin verse en la odiosa obligación de sentarse en el banquillo. Pero seguiría mintiendo porque no despenalizarán los delitos a los que tanta querencia tienen los separatistas. Si lo hicieran, la derogación sería para todos y se trata de beneficiar sólo a los golpistas. Lo que harán será reformar la Constitución para que haya en ella el cauce que permita a los nacionalistas separar impunemente a Cataluña de España con nuestro dinero. No es sólo Sánchez, sino todo su séquito el que miente por mitad de la barba y aun por toda la barba entera.

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