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Emilio Campmany

Por una cabeza

No sé qué pensar. Parece que los socialistas se van a dar un batacazo de órdago a la grande pero, movilizados como están, aterrados por la pérdida del momio, ya sea en forma de cargo o de subvención, no lo creeré hasta que lo vea.

Los socialistas insisten en que sus encuestas de este fin de semana les colocan a menos de diez puntos del PP. Y creen que son capaces de remontar esa distancia, al menos para terminar perdiendo, sí, pero por una cabeza, como hizo Felipe González en 1996.

No sé qué pensar. Parece que los socialistas se van a dar un batacazo de órdago a la grande pero, movilizados como están, aterrados por la pérdida del momio, ya sea en forma de cargo o de subvención, no lo creeré hasta que lo vea.

El PP, más allá de la mayoría suficiente o incluso de la mayoría absoluta, necesita un gran resultado. No para darse el gustazo de sacarlo, sino porque tendrá que tomar medidas muy duras y necesita poder callar la contestación que en la calle puedan provocar con el peso de un saco bien gordo de escaños. Porque, aunque sepan que no tienen más remedio que tomarlas, necesitan un respaldo abrumador para reunir el coraje necesario para ponerlas en práctica. Si no obtienen más que una mayoría raspada, les entrará el canguelo y a la primera manifestación sindical (no digamos ya una huelga general) les dará el patatús, echarán marcha atrás y estaremos como Italia, buscando un técnico incoloro e inodoro que poner al frente del Gobierno sin haber pasado por las urnas. Eso o a las cloacas de la Unión Europea, a hacerle compañía a los griegos.

Puede que, incluso obteniendo esa abrumadora mayoría que pronostican las encuestas, Rajoy no se atreva a hacer lo que hay que hacer. Puede, sencillamente, que los españoles no queramos realmente dársela para no ponerle en disposición de hacer lo que hay que hacer y prefiramos hundirnos con tal de hacerlo dentro de unos meses y, mientras tanto, que sirvan otra de gambas y ver si, entre ración y ración, pasa algo que nos salve de la quema. Puede que, al final, sea verdad eso de que España es de izquierdas y que, cuando Felipe González nos dice ven, lo dejamos todo, aunque sea para llevarnos como siempre al despeñadero.

Pero no pierdo la esperanza de que, en última instancia, cuando las cosas se ponen realmente feas, somos un país serio y votamos a quien nos ha de traer sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor, que es lo que ha prometido Rajoy, aunque lo haya hecho con la boca pequeña, muy pequeña, pero que, quien haya querido entenderle, ha podido hacerlo. No se trata hoy de ser masoquista o de rendirse a los mercados ni de renunciar al Estado del bienestar. Se trata de que es el momento de las obligaciones y no de los derechos, de que hay que pagar nuestras deudas, que son muchas y cuantiosas, y de ver el modo de preservar los logros más importantes de ese Estado del Bienestar.

El PSOE no cree que seamos así de serios ni así de responsables. Yo creo que sí, pero... El domingo que viene veremos quién tiene razón.

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