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Emilio Campmany

¿Qué mayoría?

No deja de ser revelador que a los separatistas les resulte más atractivo el cobarde granuja que escapa que el heroico necio que se deja encarcelar.

No deja de ser revelador que a los separatistas les resulte más atractivo el cobarde granuja que escapa que el heroico necio que se deja encarcelar.
Oriol Junqueras y Carles Puigdemont | EFE

Es curiosa la reacción del electorado independentista. Cuando se convocaron las elecciones, parecía matemáticamente posible un acuerdo de gobierno entre la Esquerra, el PSC y los comunes, sea quien sea quien mande allí, que no se sabe muy bien si es Colau, Domènech o Iglesias. Esta combinación agradaba a todos. A Esquerra le permitía librarse de los convergentes y su obstinado hedor a corrupción. Al PSC (y al PSOE) le consentía separarse de Ciudadanos y del PP y sacudirse la acusación de ser lo mismo que ellos tras haber combatido juntos el proceso independentista. La certeza de que Ciudadanos obtendría además muchos más escaños que ellos hacía para los socialistas especialmente atractiva una operación que les permitía marcar distancias con los de Rivera. Y encima podrían vender la imagen que quieren dar de gente moderada que sabe pastorear a los asilvestrados soberanistas y meterlos mal que bien dentro de la Constitución a cambio de reformarla. Por último, a los comunes les ofrecía la posibilidad de partir el bacalao sin tener que pagar el exceso con la tacha de ser cómplices de los independentistas, pues no estarían haciendo más que colaborar con el PSC.

Sin embargo, este plan se ha ido al garete. Y quien lo ha desbaratado ha sido el flamenco Puigdemont, que desde que hace campaña desde Flandes no para de subir en las encuestas. Es éste un fenómeno digno de estudio, pues demuestra que en el martirologio independentista catalán puede más el marchamo de prófugo de la Justicia que el sello de haber sido encarcelado por ella. No deja de ser revelador que a los separatistas les resulte más atractivo el cobarde granuja que escapa que el heroico necio que se deja encarcelar.

Sea como fuere, las dos únicas alternativas posibles de mayoría pasan por los comunes, pero nadie, ni siquiera Iglesias, Domènech o Colau, muestran gran entusiasmo por acordarla. Esquerra y los Junts no suman mayoría ni siquiera con la CUP, que tampoco parece esta vez dispuesta a colaborar. Los podemitas podrían redondear esta mayoría, pero ¿querrán hacerlo? Y, aunque quisieran, ¿se pondrían de acuerdo Junqueras y Puigdemont sobre quién debe ser el candidato a presidir la Generalidad?

La otra combinación es más improbable todavía, pues el bloque constitucionalista podría alcanzar la mayoría con la ayuda de los votos de los podemitas, pero ¿querrán éstos unirse al bloque del 155? Y, aunque estuvieran dispuestos, ¿se dejaría Iceta mangonear por Arrimadas?

En definitiva, el panorama que sugieren las encuestas es el de la imposibilidad de formar Gobierno, salvo que uno o varios partidos vayan abiertamente contra sus instintos. El poder puede empujarles a hacer eso y mucho más, pero en esta ocasión las apuestas son elevadísimas y nadie parece estar dispuesto a renunciar a todo lo que tendría que renunciar para formar una mayoría. Siempre que las encuestas no se equivoquen, que en España es algo que sabemos sucede con frecuencia. Veremos.

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