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Emilio Campmany

Turquía entra en guerra

Si Turquía hubiera permanecido neutral o se hubiera alineado con la Entente, nada habría sido hoy igual en Oriente Medio.

La Primera Guerra Mundial fue sin duda un conflicto entre las grandes potencias europeas. Sin embargo, no fueron las únicas naciones que combatieron. Hubo otros beligerantes cuya participación fue trascendental. Nadie duda de la importancia que tuvieron Italia o Estados Unidos. Pero también la tuvo Turquía, a pesar de que su decadencia y su supuesta debilidad militar pueden hacer pensar que fue un mero comparsa.

El imperio otomano se hallaba en plena crisis cuando estalló la guerra. La revolución en 1908 de un grupo de oficiales del ejército denominado Jóvenes Turcos quiso convertir la vieja autocracia multiétnica en un Estado nacional turco, lo que tendría más adelante terribles consecuencias, por ejemplo, en Armenia. Sin embargo, lo urgente era hacer frente a las amenazas que se ceñían sobre el imperio, conocido como el Enfermo de Europa. La invasión de Tripolitania y Cirenaica por parte de Italia en 1911 obligó a los turcos a trasladar hasta allí buena parte de su ejército. La ocasión fue aprovechada por los pequeños Estados de los Balcanes que constituyeron una liga antiturca e iniciaron en 1912 la Primera Guerra Balcánica. Serbia, Montenegro, Grecia y Bulgaria ampliaron sus posesiones y amenazaron con echar a los turcos de Europa, hasta que las grandes potencias les obligaron a aceptar los territorios que el tratado de Londres de 1913 les ofreció. Frustrada por el modo en que se había hecho el reparto, Bulgaria inició una Segunda Guerra Balcánica que, sin el apoyo de ninguna gran potencia, perdió.

Es importante analizar el papel de Rusia durante estas dos guerras. Los estrechos, Bósforo y Dardanelos, en manos turcas, se regían por un tratado internacional que prohibía el paso de barcos de guerra en ambos sentidos. Eso significaba para Rusia que su flota del Mar Negro tenía vedado el acceso al Mediterráneo. Sin embargo, los estrechos eran importantes también desde el punto de vista económico. Por allí salía el cincuenta por ciento de las exportaciones rusas. Estas ventas eran esenciales para pagar los créditos con los que se estaba financiando la industrialización del país. Esta debilidad se hizo evidente cuando, durante el conflicto con los italianos, los turcos cerraron durante un breve período de tiempo los estrechos, cortando el tráfico comercial ruso.

Lo ideal para San Petersburgo hubiera sido hacerse con los estrechos por la fuerza. Sin embargo, Gran Bretaña no lo habría permitido. Desde la apertura del Canal de Suez, todas las comunicaciones de las islas con su imperio pasaban por Suez. La presencia en el Mediterráneo Oriental de la flota rusa hubiera supuesto una amenaza directa a las rutas comerciales británicas y Londres habría sostenido a los turcos con todo su poderío naval en el caso de que Rusia hubiera intentado hacerse con los estrechos.

Otra solución era que se hiciera con los estrechos una potencia amiga. Por eso en 1912 San Petersburgo estuvo estimulando la formación de la liga antiturca que finalmente desencadenó la Primera Guerra Balcánica. Sin embargo, cuando Bulgaria estuvo a punto de echar a los turcos de Europa y hacerse con los codiciados estrechos, a San Petersburgo le inquietó porque Bulgaria era el natural aliado de Austria en los Balcanes. En consecuencia, prefirió adherirse a la postura franco-británica favorable a detener a los Estados balcánicos y salvar lo que se pudiera de la parte europea del imperio otomano.

Para el nuevo Gobierno nacionalista turco, los problemas eran igualmente grandes. Las potencias extranjeras disfrutaban de notables privilegios dentro del imperio. El más hiriente de todos era el sistema de Capitulaciones, por el que los ciudadanos de las grandes potencias disfrutaban de determinados privilegios comerciales y fiscales y por los que, según qué clase de hechos fueran, no estaban sometidos a los tribunales y autoridades turcos. Naturalmente, ningún gobierno nacionalista podía tolerar que esta situación se prolongara. Por otro lado, si deseaba renovarse y progresar como una nación reconocida en el concierto internacional, necesitaba modernizar su ejército. La figura más influyente del Gobierno turco, Enver Bey, había sido agregado militar en Berlín y admiraba las cualidades del ejército alemán. Logró convencer al káiser de que enviara a finales de 1913 a Constantinopla una misión militar. Al frente de la misma fue puesto el general Otto Liman von Sanders. La misión Sanders aterró a los rusos. Sólo de pensar que los estrechos pudieran estar de una u otra forma controlados por los alemanes les horrorizó e hizo más acuciante la necesidad de resolver la cuestión.

Iniciada la crisis de julio de 1914, y siendo evidente que la guerra estallaría de inmediato, en el seno del Gobierno turco se inició un debate acerca de qué convenía a la Sublime Puerta. Su exposición al mar hizo que la decisión dependiera, en principio, de lo que hiciera Gran Bretaña. Si las islas permanecían neutrales, Turquía podía plantearse hacer lo mismo. En cambio, si Londres decidía apoyar a Francia y a Rusia, lo lógico hubiera sido entrar del lado de la Entente para que Rusia no se atreviera a poner en peligro su relación con Inglaterra por el asunto de los estrechos. Por eso se hicieron diversos acercamientos a la alianza. Sin embargo, todos fracasaron y ninguna de sus potencias mostró interés por tener como aliada a Turquía.

En esas condiciones, permanecer neutral era arriesgado porque cabía la posibilidad de que Gran Bretaña no estuviera en condiciones de negar a Rusia el botín de los estrechos, sobre todo si las tropas del zar derrotaban a las del emperador austro-húngaro.

Quedaba la posibilidad de entrar en guerra del lado de Alemania y Austria-Hungría. No había muchos que favorecieran esta opción, pero el influyente Enver Bey estaba convencido de que Alemania ganaría la guerra y de que a Turquía le convenía estar de su lado. Esta actitud sólo hubiera tenido algún sentido de haber honrado Italia sus compromisos con la Triple Alianza y hubiera entrado en guerra del lado de Alemania y Austria, lo que habría permitido contar con la flota italiana en el Mediterráneo. Declarada por Roma su neutralidad, Turquía quedaba expuesta a los ataques de las flotas francesa y británica, además de la rusa del Mar Negro, sin que Austria-Hungría o Alemania pudieran hacer gran cosa para evitarlo. No obstante, Enver Bey firmó un tratado secreto con Berlín a cambio de que éste permitiera la supresión del sistema de Capitulaciones y luego empleó su influencia para que el Gobierno turco diera cobijo a dos barcos alemanes que habían quedado aislados en el Mediterráneo mediante la ficción de comprarlos y enrolar a sus tripulaciones en la Marina turca. Después de algunas vacilaciones, los dos navíos recibieron permiso para aventurarse en el Mar Negro y atacar bajo cualquier pretexto a todo barco ruso con el que se cruzaran. Al final, en noviembre de 1914, Rusia declaró la guerra a Turquía y el imperio otomano estuvo oficialmente envuelto en la contienda. Fue ese un resultado que no todos los gobernantes turcos hubieran deseado, pero fue el que Enver Bey quiso que se produjera.

La entrada de Turquía en la guerra tuvo consecuencias importantes. Obligó a distraer tropas franco-británicas y rusas de los frentes occidental y oriental europeos, incrementando las posibilidades de victoria alemanas. Pero, sobre todo, implicó en la guerra a todo Oriente Medio. Lo que ocurrió, ocurre y ocurrirá en el inmediato futuro en esa región del mundo es en buena medida consecuencia de la intervención de Turquía en la Primera Guerra Mundial. La derrota otomana propició el sistema de mandatos, que a su vez dio lugar a una serie de naciones no siempre bien avenidas, además de favorecer la Declaración Balfour (1917), que sirvió de base a la creación del Estado de Israel más tarde. Si Turquía hubiera permanecido neutral o se hubiera alineado con la Entente, nada habría sido hoy igual en Oriente Medio.


LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL: Los orígenes - Los bloques - El Plan Schlieffen - El asesinato de Francisco Fernando - La crisis de julio de 1914 - La neutralidad de España en 1914 - De Lieja al Marne - El Este en 1914.

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