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Emilio Campmany

Y éste es el listo

Han bastado unas semanas para darse cuenta de que Bolaños es tan bluf como Iván Redondo.

Han bastado unas semanas para darse cuenta de que Bolaños es tan bluf como Iván Redondo.
El nuevo ministro de Presidencia y Relación con las Cortes, Félix Bolaños. | EFE

Hace unas semanas, Pedro Sánchez sufrió una revelación. Una luz le dijo que, si uno es tonto, basta la estulticia propia y no conviene incrementarla con la de los colaboradores. El haz le indicó, enfocándolos, quiénes debían ser condenados al Aventino. Así cayeron conocidos mentecatos como Carmen Calvo, majaderos ocultos tras ademanes chulescos como Ábalos o torpes consejeros eficazmente disfrazados de taimados gurús como Iván Redondo. La caza de lerdos todavía no ha terminado, como ha demostrado la defenestración de Adriana Lastra. Pero una cosa es fulminar a los idiotas y otra muy distinta acertar a reemplazarlos por gente capaz. Siendo imposible encontrar para todos los purgados sustitutos de valía, se conformó el presidente con reclutar gente mediocre que, consciente de su medianía, huyera de la cámara tanto como fuera posible para disminuir las probabilidades de meter la pata. Hubo sin embargo dos excepciones. La primera fue la portavoz. Tal cargo no podía recaer en alguien que se mantuviera al margen. Por eso escogió a la ministra de Política Territorial, Isabel Rodríguez García, que no es la paloma azul, pero al menos sabe hablar el castellano y responder preguntas sin contestarlas. La segunda fue Félix Bolaños, que vino con fama de tío listo, que llevó con destreza la exhumación del cadáver de Franco.

Pues bien, han bastado unas semanas para darse cuenta de que Bolaños es tan bluf como Iván Redondo. En consideración a sus cualidades, Sánchez le encargó que negociara la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) a pesar de ser una natural competencia de la ministra de Justicia, Pilar Llop. Y en pocas semanas el sujeto se ha apresurado a demostrar su falta de capacidad. Y no por su ignorancia del mundillo judicial, que de eso es normal que no sepa nada, sino por sus desconocimientos de derecho político y constitucional. Con todos los números uno que el vanidoso letrado se pone en su currículo, va y dice que "ni los jueces pueden elegir a los jueces, ni los políticos pueden elegir a los políticos". No sólo pueden, sino que deben. Y así quiso decirlo la Constitución, aunque no lo hiciera literalmente. Y es muy loable que el PP exija que se reforme la ley en ese sentido. El problema, y Casado debería pedir disculpas por ello, es que, habiendo tenido el PP dos mayorías absolutas, logradas precisamente con un programa en el que se incluía la reforma que ahora exige al PSOE, renunció a hacerlo para poder mangonear el Poder Judicial como los socialistas.

El supuestamente inteligente Bolaños podía haber puesto el acento en esta contradicción del PP. En vez de eso ha preferido defender, él que se tiene por un gran abogado, algo jurídicamente indefendible por mucho que esté en nuestras leyes desde 1985, por conveniencia del PSOE y del PP y en perjuicio de la división de poderes.

Y éste es el listo.

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