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Emilio Campmany

Ya es oficial: Zapatero se hunde

Más seguro, sin embargo, parece que alguien dentro del propio aparato haya animado a Tomás Gómez a resistir garantizándole que, con su respaldo, ganaría. La cuestión es ¿quién?

Al parecer, los socialistas madrileños tienen un sentido de la supervivencia tan acusado como cualquier otra especie. Darle el voto a Tomás Gómez significaba dos cosas, garantizarse la derrota frente a Esperanza Aguirre y abrazarse a la posibilidad de que Zapatero entienda el mensaje y abandone la dirección del partido y la presidencia del Gobierno antes de la debacle de las municipales y autonómicas. Es verdad que lo más probable es que el leonés nacido en Valladolid aguante en la presidencia hasta ese momento y los socialistas tengan que recibir entonces el justo castigo a la perversidad de haberlo elevado a secretario general en aquel Congreso de 2000 de aciaga memoria. Pero fueron ellos los que lo eligieron y le dieron la victoria manipulando el terrible atentado del 11-M y no estaría de más que, antes de que haga más estropicios, fueran los mismos socialistas los que nos hicieran la caridad de quitárnoslo de encima. Los de Madrid ya han puesto su granito de arena haciendo el sacrificio de elegir como candidato para sus autonómicas a un seguro perdedor a ver si entregando lo accesorio logran salvar lo principal. Ya sólo falta que el resto tome ejemplo y, señalándolo con el dedo, griten todos a una "el rey está desnudo".

Esta es la versión bisoña, la que parte de la premisa de que los militantes se han rebelado contra el aparato votando al candidato que valientemente se opuso a él. ¿Es eso creíble? Por qué no. Es improbable, pero no imposible. Más seguro, sin embargo, parece que alguien dentro del propio aparato haya animado a Tomás Gómez a resistir garantizándole que, con su respaldo, ganaría. La cuestión es ¿quién? Pueden adelantarse hipótesis rebuscadas, maquiavélicas y enrevesadas, pero son retorcidas y, por serlo, según la navaja de Ockham, también son improbables.

Atengámonos a los hechos más notables. A Trini Jiménez le ha apoyado el aparato zapateril en el Gobierno, desde Rubalcaba hasta Pedro Castro, pasando por José Blanco. Y a Tomás Gómez quien lo ha hecho es la vieja guardia felipista, desde Eduardo Sotillos hasta Gregorio Peces-Barba, pasando por José Barrionuevo, que quizá no fuera el respaldo más recomendable. ¿Y quién puede ser el tapado de esta vieja guardia? A mí sólo me sale Javier Solana. Y debe de serlo cuando en internet ya han empezado a circular acusaciones que recuerdan que fue el secretario general de la OTAN que ordenó el bombardeo "ilegal" de Kosovo, un planteamiento muy buenista y, por lo tanto, muy zapateril. No es el momento de ponerse a discutir qué fue aquel bombardeo desde el punto de vista jurídico, pero baste decir que aquello no tuvo otra finalidad que proteger a los musulmanes de la región de sus en aquel momento compatriotas serbios empeñados en exterminarlos. Dicho de otro modo, la acusación de lo de Kosovo es una chorrada.

Javier Solana tiene, por otra parte, dos ventajas incontrovertibles, es muy conocido y valorado en el exterior, lo que su llegada a La Moncloa haría que los mercados recuperaran rápidamente la confianza que un día tuvieron en nosotros, y no está mal visto en la derecha. El único inconveniente grave de que lograra apartar a Zapatero de la presidencia de Gobierno para ponerse él lo tiene Rajoy, que se quedaría sin muñeco al que derrotar en 2012. Pero, francamente querida, en estos momentos, eso me importa un bledo.

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