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Emilio J. González

¿Al borde del abismo?

La Bolsa española cerró el viernes en uno de esos puntos en los que puede estabilizarse, incluso experimentar algún rebote, o desplomarse. En la última jornada de la semana, el Ibex-35 perdió por poco, pero lo perdió, el nivel de los 7.000 puntos para cerrar en 6.850. ¿Es la antesala del hundimiento? No necesariamente.

El desplome del viernes, en el que el índice selectivo del mercado español se dejó el 1,91% vino motivado por dos factores habituales en las últimas semanas –los problemas de Brasil y la nueva fase de la crisis sin fin de las tecnológicas– y un elemento extraordinario –la coincidencia en el mismo día del vencimiento de los contratos de opciones, futuros y opciones sobre acciones, lo que en el argot bursátil se denomina triple hora bruja– que distorsionó una sesión en la que hubo bastante papel en el mercado. Ahora, la cuestión es si los inversores mantendrán el lunes y martes la tónica habitual de ventas o si, por el contrario, el Ibex-35 encontrará un soporte fuerte en el entorno actual de los 7.000 puntos. En este segundo caso, el desplome del mercado puede terminar, si bien todavía quedarían las bajadas propias del mes de julio, cuando los operadores cierran sus posiciones para irse de vacaciones sin verse expuestos a demasiados riesgos. Lo normal en este periodo es que la Bolsa se deslice a la baja en una tendencia que se intensifica algo en la primera quincena de agosto y que sirve para empezar a tomar posiciones en la segunda quincena, a medida que las empresas van aprobando sus presupuestos para el año siguiente con el fin de iniciar la recuperación en septiembre o, a más tardar, octubre. A priori, este parece el escenario más probable, sobre todo porque en octubre es cuando se celebran las elecciones presidenciales en Brasil y se despejarán muchas incertidumbres que ahora castigan al mercado.

El otro escenario, aunque algo menos probable, no se puede descartar. Se trata del desplome del mercado. Lo cierto es que, en estos momentos, los inversores no saben a que atenerse dado lo atípica que ha resultado la jornada de este viernes, y dudan entre si se producirá el rebote o si, por el contrario, el Ibex caerá hasta nuevos soportes situados en la zona de entre los 6.200 y los 6.500 puntos. En favor del rebote hay un argumento de peso: muchos de los valores del índice selectivo de la Bolsa española empiezan a estar muy infravalorados, o sea, comienzan a ser gangas; en contra del rebote juega el sentimiento de desconfianza que todavía atenaza a Wall Street y el hecho de que los valores directores del Ibex-35 pueden seguir viéndose arrastrados a la baja por las incertidumbres en torno a Brasil. En estas circunstancias, el mercado se vendría abajo, pero también sería más factible la recuperación a partir de septiembre porque muchos valores se quedarían con precios sumamente atractivos. No hay que olvidar que la reactivación de la economía española ya está en marcha y eso supone beneficios para las empresas que deberían empezar a tirar al alza de las cotizaciones.

En cualquier caso, la próxima semana bursátil será muy complicada y puede ser determinante para conocer la tendencia de la Bolsa hasta después del verano.

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