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Emilio J. González

Astroc y el cese de Arenillas

El supervisor de los mercados financieros está para proteger los derechos de los accionistas, no para ir en contra de ellos tan sólo por operaciones de imagen, porque lo único que hace es crear aún más inseguridad para la inversión en España.

Las insinuaciones realizadas por el vicepresidente de la CNMV, Carlos Arenillas, acerca de una posible investigación a la inmobiliaria Astroc por parte de la Comisión constituyen la gota que colma el vaso de la paciencia con quien tenía que haber dimitido, o haber sido cesado, hace tiempo.
 
Arenillas ha realizado estas declaraciones en el marco del curso organizado en la Universidad Menéndez Pelayo por la Asociación de Periodistas de Información Económica. Por tanto, el vicepresidente de la CNMV sabía a dónde iba y a lo que iba. Por ello, llevaba escrita la insinuación sobre Astroc. Esto se llama premeditación y alevosía y su finalidad es obvia: extender una cortina de humo y dar carnaza a los periodistas para evitar preguntas incómodas como su continuidad en la CNMV, sus relaciones con el clan de Intermoney, su participación en el asalto al BBVA dirigido por el clan desde Moncloa o las más inconvenientes acerca de su relación con Tagomago o Vega Fund.
 
Evidentemente, lo que ha hecho Arenillas ha sido utilizar una vieja táctica para desviar la atención sobre aquello que le resulta más que incómodo. Esto no deja de ser parte del juego político de quienes, como él, ocupan un cargo público y están cuestionados. Lo que es inadmisible es que para desplegar su táctica lo haga desprestigiando a una empresa privada y a sus accionistas.
 
Todo el mundo sabe que Astroc no pasa actualmente por sus mejores momentos, pero eso no es razón para que Arenillas ponga en la picota a la compañía sólo por sus intereses personales. Sus insinuaciones bien pudieran haber desencadenado un nuevo e injustificado desplome de la cotización de la inmobiliaria que, obviamente, perjudicaría a sus accionistas. Pero lo que es peor es el daño que ha hecho a la imagen de la empresa, de forma gratuita y tan sólo para evitarse una situación comprometida ante los medios de comunicación reunidos en Santander.
 
Cuando Arenillas aceptó acudir al curso de la APIE, sabía perfectamente no sólo que allí iba a estar la prensa sino, además, que el seminario estaba organizado, precisamente, por la asociación que reúne a los informadores económicos. Si quería haberse evitado el mal trago de las preguntas inconvenientes, lo que tenía que haber hecho, simplemente, es no haber aceptado la invitación. Al hacerlo, sabía perfectamente a lo que se exponía. Por ello, resulta inadmisible que, para salirse con la suya, haya puesto en entredicho a una empresa privada, sólo por querer aparecer en público pero eludiendo las consecuencias dada su situación.
 
El supervisor de los mercados financieros está para proteger los derechos de los accionistas, no para ir en contra de ellos tan sólo por operaciones de imagen, porque lo único que hace es crear aún más inseguridad para la inversión en España de la que ya reina en estos momentos después de todo lo acontecido en torno a Endesa. Si Tagomago y Vega Fund ya eran razones por sí solas que justifican la dimisión o el cese de Arenillas, lo que acaba de hacer con Astroc lo es aún más.

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