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Emilio J. González

Cadáveres por el camino

Después de entrar a precios desorbitados en Endesa, ahora los italianos podrían encontrarse con que su inversión no vale mucho si Acciona vende a E.On.

El caso Endesa ha terminado por convertirse en una sucesión de cadáveres que Zapatero ha ido dejando por el camino a medida que iba modificando sus estrategias respecto a Endesa y su futuro propietario. En este alocado y descontrolado proceso por el control de Endesa, el presidente del Gobierno va dejando tras de sí víctima tras víctima, sacrificando una y otra vez a todo aquel que se prestó a seguir su juego o a quien se atrevió a llegar a un acuerdo con el Ejecutivo, en función de por dónde sople el viento en cada momento. No hay estrategia ni plan a seguir mientras la lista de bajas está engordando estos días.

El primero en caer fue Gas Natural. La empresa gasista controlada por La Caixa se embarcó en el proyecto del presidente del Gobierno para desalojar de la presidencia de la eléctrica a Manuel Pizarro y entregar la compañía al tripartito catalán, en cumplimiento del Pacto del Tinell. Pero cuando los germanos de E.On aparecieron en escena, con el respaldo total de la canciller alemana Angela Merkel, Zapatero, que primero quiso cortarles el paso, al final tuvo que dar un golpe de timón a su estrategia y aceptar los hechos antes que enfrentarse con Alemania. Entonces, tal y como revelan los documentos depositados en los juzgados de Nueva York, el Gobierno alcanzó un acuerdo con E.On sacrificando a Gas Natural. Con razón se quejaba, en una comida restringida, el presidente de la gasista, Salvador Gabarró, de que el Ejecutivo les había dejado tirados. Este hecho sirvió de aviso para navegantes.

El segundo cadáver fue el de la propia E.On. Después de los acuerdos alcanzados con ella llegaron los desencuentros entre la eléctrica y el Gobierno a causa de la negativa de Gas Natural a retirarse del proceso. Zapatero reaccionó entonces haciendo entrar en el juego a empresas de nuestro país que garantizasen la formación de un núcleo duro español que controlase Endesa. La constructora Acciona se prestó a ello, pensando en que, con la ayuda del Ejecutivo, le resultaría fácil articular en torno suyo a un grupo de inversores españoles que le dieran el control de Endesa. Para E.On, aquello significaba que los acuerdos alcanzados con el Gobierno se habían convertido en papel mojado. Zapatero ya tenía su segunda víctima.

Acciona y el Gobierno intentaron, por todos los medios, articular un grupo de inversores en torno a la constructora con el fin de controlar Endesa. Para ello, el Ejecutivo entró en contacto muchas empresas y entidades financieras de nuestro país. Sin embargo, no consiguió que ni una sola de ellas se embarcara en la operación. Por el mundillo de los negocios ya se había corrido la voz de lo que había sucedido con Gas Natural y nadie quería verse atrapado en semejante juego. Así es que Acciona se quedó sola y sin capacidad de frenar a E.On, como deseaba Zapatero. Entonces, en febrero de este año, el Gobierno metió a la italiana Enel en el juego, una operación de la que Acciona no tuvo conocimiento. Ya había un tercer cadáver en el camino.

La lista de bajas, sin embargo, posiblemente aún no ha concluido. Acciona, en vista de cómo se ha comportado el Gobierno con ella, podría estar barajando en estos momentos la venta de su 21,4% de Endesa a E.On –un cadáver que, por lo visto, puede resucitar–, lo que pondría en una situación muy difícil a Enel, que empieza a tener muchas papeletas para convertirse en la próxima víctima de todo este absurdo juego. Después de entrar a precios desorbitados en Endesa, ahora los italianos podrían encontrarse con que su inversión no vale mucho si Acciona vende a E.On.

Además, el primer ministro del país trasalpino, Romano Prodi, ya ha empezado a enviar mensajes en el sentido de que prefiere llevarse bien con los alemanes que enfrentarse a ellos a causa del control de Endesa. Y es que, al final, quien se enfrenta con Alemania en la Unión Europea tiene mucho que perder. Dice un refrán ucraniano que quien paga la factura pide la música. Pues bien, las facturas europeas las sigue pagando Alemania y es ella quién decide qué música se va a interpretar. Prodi lo entiende perfectamente; Zapatero parece que no tanto. Y mientras sucede todo esto, la lista de víctimas del presidente del Gobierno en el asunto Endesa parece a punto de volver a aumentar, en este caso con Enel, mientras uno de los cadáveres, el de E.On, parece a punto de resucitar. ¿Qué vendrá después?

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