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Emilio J. González

¿Cambio de actitud frente a la crisis?

A los españoles en estos momentos les importa un pimiento que Zapatero obtenga éxitos internacionales. Aquí lo que cuenta es una crisis galopante que manda diariamente a miles de españoles al paro y condena a otros miles a la más absoluta pobreza

A estas alturas nadie duda de que una crisis de Gobierno es necesaria para poder enderezar el rumbo de la maltrecha economía española. No sólo porque Pedro Solbes está cansado, o porque ha sido desautorizado una y mil veces por Zapatero, o porque haya expresado en repetidas ocasiones su deseo de abandonar el Ejecutivo, sino porque este equipo carece de la capacidad y credibilidad necesarias para acometer los más que importantes desafíos actuales. Pero si bien es necesario un relevo en las carteras ministeriales, es preciso tener bien claro que no basta con ello, ni mucho menos.

Zapatero quiere conformar un Gobierno muy político para afrontar la crisis, pero la cuestión no es el perfil en este sentido de quienes vayan a ocupar los distintos asientos en el Consejo de Ministros sino, ante todo y en primer lugar, si el presidente del Gobierno está dispuesto a cambiar de actitud y dejar hacer a quien tome el relevo de Solbes, ya sea Elena Salgado o cualquier otra persona. No hay que olvidar que fue el propio ZP quien decretó la parálisis total de la política económica y de las reformas estructurales en la pasada legislatura, el que negó por activa y por pasiva primero la realidad de la crisis y, después y ahora, su verdadera magnitud; el que una y otra vez se despacha con pronósticos económicos tan irreales como increíbles; el que gestiona la crisis a golpe de ocurrencia desde que el pasado verano decidió tomar personalmente las riendas de la política económica, en aquella inesperada reunión del equipo económico del Gobierno presidida por él en la que, una vez más, desautorizó a Solbes. De poco servirá que Zapatero ponga al frente del Ministerio de Economía al mejor economista del mundo si luego sigue empeñado en no dejar hacer y en pretender convertirse en el Roosevelt español del siglo XXI.

Precisamente, este es un asunto capital en la resolución de la crisis, la actitud de Zapatero al respecto. El problema es que, por lo que parece, no da muestras de tener la menor intención de cambiarla. Henchido de orgullo como regresa de su periplo a lo largo y ancho del mundo porque Obama le ha llamado amigo, cree que con haber empezado a restaurar una relación con Estados Unidos –que jamás debió deteriorar– ya ha atesorado suficiente capital político para hacer lo que quiera y que los españoles le van a seguir como las ovejas al pastor, que ha conseguido recuperar su credibilidad y la de su Ejecutivo. Pero lo cierto es que, siendo importante el recomponer las relaciones con Estados Unidos, lo es también que a los españoles en estos momentos les importa un pimiento que Zapatero obtenga éxitos internacionales. Aquí lo que cuenta es una crisis galopante que manda diariamente a miles de españoles al paro y condena a otros miles a la más absoluta pobreza, cosa de la que, por cierto, Zapatero no habla. El presidente jamás tiene una sola palabra para ese millón de personas que ya no perciben ingresos y a quienes les importa un bledo que se haya hecho un amigo, aunque éste se llame Barack Obama y sea presidente de los Estados Unidos de América. De poco va a servir, por tanto, un cambio de Gobierno si no viene acompañado igualmente de ese necesario cambio de actitud del presidente, que es fundamental para que aquí se haga lo que se tiene que hacer.

No nos llamemos a engaño. Por muy amigo de Obama que Zapatero pueda llegar a ser, el presidente norteamericano ni puede ni va a resolvernos nuestros problemas. Eso es algo que tenemos que hacer nosotros solitos porque nuestra crisis es patria, tiene pasaporte español y su paternidad se debe, en gran medida, al propio ZP. En este sentido, ¿es Elena Salgado la persona más adecuada para sustituir a Solbes? Por supuesto el tiempo lo dirá pero, de entrada, no cabe duda de que sería mejor nombrar para el puesto a alguien con una preparación técnica más adecuada. Claro que, a lo mejor, y no lo descarten, precisamente Zapatero elige a una persona del perfil de Salgado para poder seguir haciendo de las suyas. Eso es lo que me temo.

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