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Emilio J. González

Disciplina socialista

Solbes, por lo menos, ha tenido la inteligencia y la gallardía de hablar de la necesidad de moderación salarial al comentar los datos de inflación, un mensaje contrario a las tesis que hasta ahora viene manejando Zapatero.

Hay que reconocer que los socialistas son disciplinados como nadie. En medio de la que está cayendo, no sólo todos ellos siguen a pies juntillas la política oficial de Zapatero de no hablar de crisis sino que, además, insisten en que las cosas van a ser distintas a lo que dicta el análisis económico y el sentido común. Ojalá fuera así porque a nadie le gusta una crisis económica, y mucho menos una de la gravedad de la que se está gestando en España. Pero los deseos son una cosa y las realidades otra muy distinta, por mucho que desde el PSOE insistan una y otra vez en transmitir que las cosas ni mucho menos están tan mal.

Recientemente, dos destacados socialistas del ámbito de la economía, el vicepresidente económico del Gobierno, Pedro Solbes, y el comisario europeo de Asuntos Monetarios, Joaquín Almunia, han dado un ejemplo de esa disciplina socialista respecto a los mensajes sobre la crisis. Solbes, al conocerse los datos definitivos de inflación de junio, que subió hasta el 5%, volvió a insistir en su confianza acerca de que el ritmo de crecimiento de los precios de consumo se reduzca en la segunda mitad del año. Sin duda, el máximo responsable de la economía española sigue contando con ese efecto estadístico llamado "efecto escalón" para mostrar semejante confianza, porque sus propias explicaciones acerca de los responsables de que el IPC se disparase el mes pasado y la evolución previsible de esos factores hacen pensar lo contrario. Según Solbes, la aceleración del crecimiento de los precios se debió a dos factores, el petróleo y los alimentos, que impidieron que el famoso "efecto escalón" empezara ya a deparar los resultados que se esperan de él. Pero, hoy por hoy, no hay demasiadas razones para pensar que las tendencias de esos dos elementos vayan a cambiar. Las estimaciones de organismos solventes como el Fondo Monetario Internacional apuntan a que el petróleo podría alcanzar en los próximos meses la cotización de los 200 dólares por barril. Desde luego, las tensiones en Oriente Medio, con Irán probando misiles capaces de alcanzar el territorio de Israel y negándose a abandonar su programa de enriquecimiento de uranio, lejos de tranquilizar las cosas, introducen un riesgo geoestratégico que impulsa el crudo al alza todavía más. Un petróleo más caro afecta a muchas cosas, entre ellas al precio de los alimentos, puesto que es un input importante en su producción, lo que echa más leña al fuego de la crisis alimentaria. En consecuencia, y por desgracia, puede que las esperanzas de Solbes no lleguen a verse satisfechas, teniendo en cuenta semejante telón de fondo y también que el Gobierno no está haciendo nada al respecto.

Lo de Solbes todavía es incluso comprensible. Él debe tratar de situarse en el mejor escenario posible para evitar un pesimismo aún mayor de los españoles acerca del futuro inmediato de la economía, que ya es de por sí grande. Pero lo de Almunia no tiene explicación. Dice el comisario europeo, en primer lugar, que aquí probablemente no va a haber recesión. Pues hombre, si la economía creció en el segundo trimestre por debajo del 0,3% intertrimestral, según el Ministerio de Economía, o el 0% o incluso un porcentaje negativo, según el BBVA, y si, de acuerdo con lo que dijo Solbes recientemente, lo peor de la crisis llegará a finales de 2009 y la primera mitad de 2010, es difícil pensar, por muy optimista que se quiera ser, que la recesión no está servida. Qué más quisiéramos que las cosas fueran de otra manera, porque esto nos perjudica a todos, pero es que la realidad es la realidad. ¿De dónde va a salir la capacidad de consumo que aguante el crecimiento económico, aunque sea bajo, si productos básicos como los alimentos o la energía no paran de subir y los sueldos no lo hacen al mismo ritmo? Porque Solbes, por lo menos, ha tenido la inteligencia y la gallardía de hablar de la necesidad de moderación salarial al comentar los datos de inflación, un mensaje contrario a las tesis que hasta ahora viene manejando Zapatero.

Lo más sorprendente de todo es que Almunia ha dicho también que espera que la economía española siga creando empleo, y que otros sectores productivos tomaran el relevo de la construcción en la generación de puestos de trabajo. Ya quisiéramos pero, de entrada, para crear empleo tiene que haber crecimiento económico, y si vamos a la recesión, difícilmente los puestos de trabajo que puedan surgir van a ser suficientes para compensar la pérdida de los que se destruyan por culpa tanto del estallido de la burbuja inmobiliaria como de la crisis en general. Además, ¿qué sectores pueden tomar el relevo de la construcción?

Este año, el turismo está demostrando que no. Si alguien lo duda, que mire las cifras de empleo y paro de los últimos meses para apreciar que el turismo este año no está generando tanto empleo como en los ejercicios anteriores. Porque el sector ya está notando la crisis en forma de caída de ingresos. Y aquí, a diferencia de Estados Unidos, que también tiene que afrontar un crack inmobiliario combinado con otro financiero, no hay un sector industrial potente ni una industria tecnológica capaces de ofrecer alternativas al ajuste en la construcción.

Entonces, ¿por qué Almunia dice lo que dice? Si hubiera hablado como auténtico comisario europeo, su mensaje, habría sido sin duda distinto. Pero a Almunia le ha podido su subconsciente y, en vez de perjudicar al Gobierno español lanzando un mensaje distinto, ha preferido ayudar a sus compañeros de partido con palabras acordes con los mensajes salidos de Moncloa que, sin embargo, distan mucho de reflejar la realidad. Lo dicho, si algo tienen de bueno los socialistas españoles es una disciplina envidiable que les lleva a actuar de esta manera, incluso cuando se trata de ofrecer imágenes distorsionadas de la realidad.

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