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Emilio J. González

Duisenberg lee a Friedman

Milton Friedman, el padre de la moderna teoría monetaria, decía que la política monetaria sólo es efectiva si coge por sorpresa a los mercados. Wim Duisenberg, sin duda, se sabe muy bien esa lección. Prueba de ello es el recorte de un cuarto de punto que el Banco Central Europeo acaba de aplicar a los tipos de interés, cuando nadie esperaba semejante movimiento, para dejar el precio oficial del dinero en el 4,5%.

Duisenberg ha tenido la inteligencia de saber esperar a rebajar los tipos a que desaparecieran del escenario las presiones de los políticos y de los mercados, con el fin de defender la recién ganada credibilidad del banco. Y este es un mensaje que el presidente del BCE ha enviado claramente: no está dispuesto a volver a cometer el error de articular la política monetaria conforme a los intereses de unos y otros en vez del más general e importante para la entidad, que es la estabilidad de precios en la zona del euro.

La decisión de Duisenberg, en principio, no presenta problemas. Ya se estimaba que los tipos de interés estaban ligeramente altos cuando se preveía que la economía de los Doce creciese este año el 3,2%. Ahora que ese cálculo se ha revisado a la baja, hasta el 2,8%, el movimiento del BCE parece mucho más razonable. Duisenberg, además, ha señalado que la masa monetaria, en realidad, está creciendo a un ritmo del 4,4% anual, y no del 5% como se había estimado en un principio por un error estadístico. Y la tasa revisada se encuentra por primera vez, después de muchos meses, por debajo del objetivo del banco del 4,5%.

Por otra parte, todo apunta a que la Reserva Federal estadounidense puede recortar sus tipos de interés en medio punto próximamente. Si el BCE no hubiera reaccionado ante esta posibilidad más que evidente, el diferencial de tipos entre EEUU y la zona del euro se ampliaría a 0,75 puntos, lo que perjudicaría a una debilitada moneda única, que acogió la decisión de Duisesnberg con una subida.

La única sombra es el peso que pueda tener la desaceleración de la economía europea en general, y las dificultades de la economía alemana en particular, en la decisión de Duisenberg. Pero eso ya es un tema secundario en una coyuntura que permite la bajada de tipos sin riesgo para la inflación.

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